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Arquitectos: A5 Arquitectura
- Área: 1000 m²
- Año: 2019
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Fotografías:Luis Bernardo Cano, Mateo Soto, Alejandro Echavarría, Juan Camilo Calle
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Proveedores: AutoDesk, Casa Medina, Cemex, Cristalumi, Estilo Ingenieria, Obra Blanca Arquitectura, Trimble
Descripción enviada por el equipo del proyecto. En un lote de 144 metros cuadrados, con 8 metros de frente y ubicado entre medianeros, se construyó este hotel urbano, diseñado para atender la alta demanda turística a la que está sujeto el barrio El Poblado, en Medellín. El encargo requería un lugar acorde con las nuevas formas de turismo y hospedaje, dotado de zonas comunes que propicien la vida nocturna y habitaciones de distintos tamaños y tipos de ocupación, desde suites individuales hasta espacios compartidos a manera de hostal.
El proyecto reinterpreta un recurso comúnmente utilizado en la arquitectura de las viviendas vernáculas que se construyen en los barrios de la ciudad. En ellas, las escaleras se llevan al exterior para solucionar el acceso a las distintas propiedades, construidas unas encima de otras, en predios con poca área. La implementación de esta estrategia en el edificio conduce al aprovechamiento óptimo del espacio, teniendo en cuenta el tamaño reducido del lote. Se configura así una escalera abierta en fachada que recorre la altura total de la torre y define su imagen urbana. Esto a su vez, permite liberar el espacio que comúnmente consume la escalera al interior, duplicando el número de habitaciones en el hotel y protegiendo a las zonas privadas del ruido exterior. El punto fijo no se diseña como un área de servicio, cerrada y desvinculada, sino como un espacio colectivo a manera de balcón ascendente sobre la calle, que ofrece a los huéspedes la posibilidad de recorrer el edificio y disfrutar del clima primaveral de Medellín al mismo tiempo. Los tramos de escaleras se revisten con madera y láminas perforadas en acero, de tal forma que la volumetría del paramento queda definida por la geometría del sistema de circulación. Además, en esta fachada se sembraron especies arbustivas tropicales que acompañan el movimiento de las personas. Adentro, en los corredores, una secuencia de vacíos, intercalados cada dos pisos, genera dobles alturas. Desde ellos se puede ver la ciudad a través de las líneas diagonales de la fachada; un paisaje cercano que superpone la vida del barrio con la vegetación.
Siguiendo la pendiente del lote, se generó un semisótano al que se accede bajando por una tribuna descubierta desde el andén. Este espacio se dispuso para un café que atiende a los huéspedes pero que también es abierto al público general. Un segundo ambiente de este local se ubicó en la terraza del último piso, desde donde se puede ver toda la ciudad. Los servicios del hotel se diseñaron como lugares para el encuentro de turistas y habitantes locales, concebidos para vitalizar la vida urbana. El proyecto introduce un componente comercial y lo lleva a la calle y al cielo. El sistema estructural del edificio se define a partir de un pórtico principal en concreto con el mínimo de apoyos necesarios. Además, una serie de vigas en acero soportan el voladizo de la escalera sobre el frente. Materiales fácilmente disponibles como el ladrillo conviven con un diseño interior en el que la policromía de enchapes y muros pintados diferencian cada ambiente. La estructura a la vista y las instalaciones expuestas confieren un aspecto industrial a los interiores. Este proyecto busca deliberadamente subvertir las relaciones espaciales y programáticas de la arquitectura hotelera. Aprovecha su formato mediano para dotar de protagonismo a las circulaciones y abrirlas al entorno y al clima, entiende sus servicios como espacios para la reunión y el intercambio social y atiende un público mixto. El programa mezcla la comodidad de un hotel con el sentido de comunidad de un hostal en un edificio que reinterpreta las arquitecturas vernáculas locales para optimizar un lote pequeño e integrarse con la ciudad.