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Arquitectos: Giuseppe Gurrieri, Nunzio Gabriele Sciveres
- Año: 2017
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Fotografías:Filippo Poli
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Los orígenes de la iglesia de San Francesco all'Immacolata di Comiso se remontan a la enemistad del Chiaramonte, quien en las primeras décadas del siglo XIV construyó un pequeño templo dedicado a San Antonio. La iglesia, tal como la vemos hoy, ha sido realizada en gran medida por la familia Naselli, que fueron condes de Comiso desde 1453 hasta 1816.
El complejo arquitectónico incluye la iglesia, el convento y el claustro y hace referencia al estilo gótico-catalán. La iglesia, de una sola nave, tiene una fachada a dos aguas, sobre la cual se abre un portal con una forma muy simple, con dos columnas cónicas. En la parte superior de la fachada hay un elegante óculo que recuerda el estilo franciscano. El muro perimetral consiste en simples bloques cuadrados y está coronado por una cornisa que sobresale que corre a lo largo de su lado norte. El verdadero ataúd de la iglesia es la capilla-mausoleo del Naselli, cuadrado en la base pero que, a la altura de la cornisa de la cúpula, se transforma en un octágono, mientras que el ábside se coloca en la parte inferior.
La entrada a la Iglesia actualmente se lleva a cabo a través de tres escalones de piedra, que constituyen una barrera para el uso de la entrada en cuestión. Por lo tanto, el objetivo del proyecto es superar esta barrera arquitectónica, al mismo tiempo que se enfrenta al desafío de incorporar un nuevo elemento arquitectónico en un contexto historizado.
Esta nueva intervención explota la pendiente de la plaza, logrando determinar un doble acceso a la entrada lateral: el primero permite la superación de las barreras arquitectónicas a través de un plano horizontal colocado al nivel del piso de la Iglesia; el segundo, en el lado opuesto, conecta la diferencia de altura entre la plaza y las áreas internas a través de la construcción de cuatro escalones.
Hecho de hierro oxidado, consiste en una superficie para caminar hecha de láminas sólidas, mientras que la placa microperforada se utilizó para la baranda. La elección de este material es una expresión de una voluntad dual: dar vida a un elemento visualmente ligero, que respeta la preexistencia, lo enfatiza y, al mismo tiempo, tiene su propio carácter y reconocibilidad; en segundo lugar, el ensamblaje y la colocación en seco permiten la posible eliminación del elemento y su mínima interferencia con el contexto existente. Por lo tanto, se deduce que, de acuerdo con los dictados de la Superintendencia y las prácticas del museo, toda la estructura se separa de la fachada para no alterarla.