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Arquitectos: Adhoc Arquitectura y Territorio
- Área: 110 m²
- Año: 2016
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Fotografías:David Frutos
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Proveedores: AutoDesk, Chemifloor, Finsa, Galindo, Kubus, XAL
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La tradición de la arquitectura, y muchos persisten en ello, insiste en concebirla como la construcción del espacio. Así una casa siempre será la óptima coordinación de los distintos espacios que demanda el habitar. Pero una casa también es, sobre todo si pensamos que la familia ya lleva un buen tiempo constituida y lo que ahora se proponía era una instalación “definitiva”, un significativo número de objetos que configuran el universo de lo doméstico ¿Qué será, en esta segunda mirada, la arquitectura? O ¿Puede la arquitectura configurarse en base a los objetos?
Una clasificación elemental de los objetos puede derivar en una discusión sobre su condición pública. Así podemos ir agrupando objetos para destinar a lo visible y otros a lo oculto. Una silla: visible, una cama: depende, un juego de sábanas: oculto, un maceta: visible, una televisión: depende, una botella de whisky: oculto. Y cuando reúnes un listado inicial de objetos, elementalmente clasificados, la demanda estructural viene sola. La casa, entonces, será un gran tablero pendiente de fragmentación y solo se requerirá definir dos sistemas flexibles y adecuadamente discriminados.
Entonces, las flores rosas y laxas irrumpirán en una matriz paramétrica de extrema racionalidad clasificatoria.
La casa la compraron por la luz. Una luz más intuida que experimentada. Y el proyecto sería una búsqueda de su captura, en la confianza de que desembocaría en una multiplicidad de reflexiones y matices. Y apareció la posibilidad de crear pequeños lugares para que sus futuros ocupantes jugaran con ella, en la hora del desayuno, cuando dudas qué libro es el elegido para iniciar su lectura, en el tiempo del estudio...