- Área: 988 m²
- Año: 2017
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Fotografías:Walter Salcedo
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Proveedores: Cañuelas, Domec, FV, ferrum
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El edificio se encuentra en un lote céntrico de la ciudad de Rosario, en medio de una heterogeneidad formal y material, producto de la cambiante política de regulación urbana. El nuevo código de edificación restringe la altura y el mercado demanda la mayor optimización del suelo. El proyecto pretende abordar una respuesta arquitectónica a un requerimiento estrictamente comercial.
El proyecto busca una cualidad contextual desde el interior y no solamente en relación a su inserción en la trama. Para dar respuesta a esto, los balcones de los 18 departamentos están concebidos dentro de la masa construida para generar un espacio intermedio abierto pero con estrecho vínculo al espacio doméstico. La fachada se constituye en un filtro de la ruidosa calle y calibra las relaciones visuales. El volumen se resuelve asumiendo condiciones objetuales, producto de la baja altura de los linderos pero entendiendo que el código urbano busca la consolidación de la manzana.
La obra aborda el tema de la especulación inmobiliaria a partir de la construcción de vivienda colectiva para alquiler. Es por esto que el proyecto intenta reflexionar sobre las pautas de diseño para acciones equivalentes buscando un resultado diferenciado en el impacto que produce el recambio continuo por parte de sus habitantes en la transformación de la pieza de origen. El énfasis está puesto en el diseño de la fachada, la cual asegura una fisonomía urbana singular que pueda sostenerse en el tiempo y que resista las acciones del usuario que no fueran previstas (espacios de tendido de ropa, unidades exteriores de equipos de aire acondicionado, toldos, separaciones entre vecinos, depósitos, etc)
Las decisiones materiales intentan activar la relación entre el espacio exterior y el interior.
La planta baja es concebida como extensión de las condiciones públicas de la calle, la chapa perforada permite transmitir la atmósfera abierta al espacio doméstico, sin generar una exposición explícita.
El hormigón ayuda a extender la percepción física del espacio interior hacia el exterior de cada vivienda, colaborando en la posibilidad de entender los espacios de los balcones como extensiones y no como espacios residuales o de depósito. El material dejado al natural asegura un bajo mantenimiento de la obra. El proyecto busca dejar un rastro expresivo del sistema constructivo utilizado. La brutalidad del material no pretende esconderse, los encofrados de tabla dejan huella en las superficies verticales y horizontales.
El conjunto se resuelve con la mínima cantidad de acciones formales. Las medianeras de ladrillos vistos buscan una respuesta contextualizada y se extienden hacia el interior del lote envolviendo la contrafachada y una secuencia de elementos verticales de hormigón se suman a la expresión de losas y columnas.
Creemos que lo contemporáneo no tiene que ver con la producción de algo completamente nuevo ni con la repetición indiscriminada de recetas. Nos interesa revisar lo ya producido e intervenir lo menos posible. Tenemos muy en claro que es un planteo casi ridículo ya que nuestra actividad radica en ocupar espacio libre. Esta paradoja es la que nos lleva obsesivamente a centrarnos en el espacio resultante a partir de la manipulación de la forma.