En la antigua Grecia, una Polis se refería tanto a la ciudad como a su conjunto de ciudadanos, donde uno no puede existir sin el otro. Es en esta intersección, donde la arquitectura pública, tiene la oportunidad de construir los ideales de la sociedad: un espacio donde los individuos se reúnen, se relacionan entre sí y se convierten en ciudadanos.
La arquitectura pública (cívica, cultural, de infraestructura, religiosa y otras tipologías) reconoce a sus habitantes y crea un espacio compartido del que todos se benefician. Históricamente, estos espacios han definido nuestro paisaje cultural, han sido un lugar de expresión y disidencia, y un lugar que establece una conexión con nuestros conciudadanos. Estos sitios brindan contribuciones significativas a nuestra calidad de vida al crear una memoria cultural compartida que nos recuerda nuestras responsabilidades colectivas y nuestra expresión democrática. Y, a medida que avanzamos hacia una sociedad más democrática y abierta, en un contexto urbano en constante crecimiento, la arquitectura pública se convierte en un mecanismo vital para promover la igualdad.
Alejandro Aravena dijo recientemente, "las ciudades se miden por lo que puedes hacer en ellas de forma gratuita".
Y con este espíritu, dedicamos la edición de este mes a la arquitectura pública, en todas sus formas, reconociendo los proyectos y los arquitectos, clientes e instituciones que respaldan una arquitectura que permite que las ciudades y los ciudadanos coexistan.
Estamos recibiendo presentaciones relacionadas con nuestros temas mensuales. Para nuestro próximo número, en mayo, nos centraremos en la renovación. Si desea enviar ideas, proyectos, ensayos o artículos, envíanos un mensaje.