En el corazón de Palermo se encuentra una gran estructura de hierro y vidrio, que guarda en su interior especies cuyos orígenes se remontan a lejanas épocas, anteriores a los dinosaurios. Hablamos del invernadero principal del Jardín Botánico Carlos Thays en Buenos Aires.
Exhibido y premiado en la Exposición Universal de París junto a la Torre Eiffel hacia 1889, el invernadero fue traído a la Argentina en 1897.
El edificio posee aproximadamente 35 metros de largo por 8 de ancho. Una alta cúpula corona el espacio central, separando dos alas rectangulares. Las líneas de estilo Art Nouveau de finales de siglo XIX perfilan sobre sus grandes superficies vidriadas.
En el interior se preservan colecciones de bromeliáceas y helechos, identificadas en perfecto latín. Estas especies descienden de un largo linaje que data de hasta 425 millones de años atrás. La materialidad y morfología de la edificación permiten que la humedad y temperatura interior sean propicias para casi dos mil especies de plantas.
La estructura vidriada permite que los rayos solares atraviesen el vidrio y calienten el interior. La radiación solar se mantiene en el interior quedando atrapada en la estructura, no pudiendo atravesar los vidrios. Asimismo, no existen ventanas, para impedir el paso del viento. La presencia del mismo podría llegar a disminuir la temperatura.
En el pasado, se albergaban plantas tropicales con la ayuda de calderas. Actualmente, las calderas no se encuentran presentes, por lo que la mayoría de las especies son subtropicales.
Debido a sus características, se considera que es el único que quedo de su estilo a nivel mundial. En 1996 fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Si deseas visitar, el jardín botánico posee cinco invernáculos, pero sólo uno es abierto al público. El invernadero principal está abierto gratuitamente al público los sábados, domingos y feriados de 16:30 hasta las 18:15 hs.