Su existencia icónica era parte de nuestra memoria en la ciudad.
[Recuerdo que cuando iba en carro de pequeña, era una especie de vicio ver este edificio con el letrero de Coca Cola. Más Allá de disfrutar el vistoso letrero rojo circular, eran las proporciones y forma de este peculiar edificio que te recibía en diagonal como un abrazo en la esquina de esta parte de la ciudad. Sí, era acogedora su escala. Todo era más bajo en la otrora Lima, y éste era de los más altos. A lo lejos se le vislumbraba y para mí personalmente era la señal de que ya estaba de vuelta en casa; pues a pesar de estar ubicado en San Isidro, coronaba la esquina límite de Lince, mi hogar. Entonces este edificio siempre fue un umbral para mí. No tengo medida para definir el tamaño del vacío urbano emocional.]
El Edificio Limatambo fue construido en 1953, en un entorno básicamente semirural en un terreno flanqueado por dos avenidas que ya proyectaban ser las más importantes de la expansión urbana: Javier Prado y Paseo de la Republica. Fue diseñado por el arquitecto Enrique Seoane Ros, baluarte del crecimiento de la producción arquitectónica de mediados del siglo XX.
La producción de Enrique Seoane siempre fue muy prolija sobre todo con edificios importantes como el antiguo Ministerio de Educación, La Fénix y Wilson en el centro de Lima o el edificio Diagonal en Miraflores, sobre todo por ser ejercicios proyectuales coherentes con sus entornos y su funcionalidad. Limatambo fue construido en medio de contextos históricos importantes. Citamos por ejemplo la post guerra, donde EEUU se había convertido en una gran potencia económica y el Perú era uno de sus países aliados beneficiándose del crecimiento económico de la segunda mitad del siglo XX. Gracias a la presencia de una generación de arquitectos encabezados por un joven Fernando Belaunde y la agrupación Espacio, la infraestructura del país comenzó a crecer.
El edificio Limatambo se ubicaba cerca del antiguo aeropuerto del mismo nombre. Dicho aeropuerto ocupa los actuales terrenos del Ministerio del Interior. El multifamiliar tuvo como objetivo convertirse además en una especie de albergue de empresarios que deseaban pasar largas temporadas en la ciudad. El edificio adopta su nombre de la antigua Hacienda Limatambo. Los terrenos de Limatambo y aledaños pertenecieron a la Real Audiencia de Lima, luego pasaron a ser operados por la Hacienda San Borja, de los jesuitas. Con la expulsión de los mismos, la propiedad de la hacienda fue moviéndose a diversos propietarios. En la segunda mitad del siglo XX, la hacienda se comenzó a urbanizar. Los terrenos comprenden desde la avenida Paseo de La República, Corpac (aledaño al Ministerio del Interior de San Isidro), San Borja al lado de Javier Prado hasta Chacarilla del Estanque.
La formalidad del edificio Limatambo se basa en explotar las cualidades de la arquitectura moderna de la época aplicando además elementos de carácter peruano colonialista y/o prehispánico, evidenciándolo en el uso de detalles. En palabras del Arq. Seoane, había que desarrollar una arquitectura de carácter internacional que pueda adaptarse correctamente al entorno.
El entorno de pronto permitió generar un edificio correcto, pero con muchas ideas formales que no habían sido exploradas hasta el momento. La referencia directa era su edificio Diagonal ubicado en Miraflores. Por otro lado, la gran altura de la edificación le permitió convertirse en un referente publicitario, algo que Lima no veía muy a menudo.
De acuerdo a José Bentin en su libro ENRIQUE SEOANE ROS: Una búsqueda de raíces peruanas, “este edificio, ubicado en la esquina de las avenidas Javier Prado y Paseo de la República, tiene un tratamiento formal similar al edificio Diagonal en Miraflores, en el cual la retícula de elementos sobresalidos contrasta con los muros ciegos y las partes profusamente vidriadas al extremo de uno de los bloques. El volumen hacia Javier Prado tiene nueve niveles y dos departamentos por piso; y está unido por un angostamiento en la planta con el bloque posterior, el que contiene un departamento por piso y tiene siete niveles. En el anteproyecto de 1953 se aprecian las terrazas abiertas, tal como se observa igualmente en las plantas, pero posteriormente en el desarrollo se decidió cerrar las terrazas involucrándolas a los ambientes de sala y dormitorio existentes. Los dos últimos niveles del bloque más alto contienen departamentos de tipo dúplex. Se puede apreciar las preocupaciones de Seoane para resolver la coronación del volumen con un detalle expresivo diferente, y la inclusión de un zócalo almohadillado que, conjuntamente con una expresión diversa y en otro plomo del primer nivel, permite nacer mejor los elementos formales volando a partir del segundo nivel”.
El edificio fue por mucho tiempo un hito dentro de la ciudad, ubicado en una esquina generosa, siempre referenciado por las publicidades móviles (conocido por ejemplo su letrero de Coca Cola que giraba). Con la aparición de la Vía Expresa como principal arteria de unión del centro al Sur y la creciente apropiación de los autos de la avenida Javier Prado, la ciudad fue cambiando. El aeropuerto fue trasladado al Callao, la zonificación fue cambiando y las alturas también. Al ser el referente de construcción en altura en una época donde no había nada, el cruce se transformó en una de las zonas más referenciadas. El centro financiero de San Isidro experimento un gran crecimiento.
La desaparición del edificio Limatambo proviene a raíz de justificar el crecimiento inmobiliario el cual desprende del buen momento económico del país. Muchas construcciones emblemáticas han sucumbido a este boom inmobiliario. Dentro de toda la vorágine inmobiliaria de edificios de oficinas, hoteles o bancos, el edificio Limatambo se convirtió en una especie de antigüedad. Al encontrarse en el nuevo corazón de la ciudad, fue presa fácil del crecimiento desmedido. Las noticias relevantes con respecto a su demolición incluyeron muchos pronunciamientos de ciudadanos, académicos entre otros personajes, que manifestaron su agitación y pesar por la desaparición de un emblemático edificio limeño. Finalmente, su demolición se hizo efectiva en el año 2013 para dar paso a un proyecto de más de 200 metros que acompañaría las otras inversiones ya terminadas (Hotel Westin y la torre Begonias), el cual se convertiría en el edificio más alto del país y uno de los más altos de Sudamérica. Este proyecto paradójicamente aun no ve la luz. De acuerdo a lo manifestado por el Arq. Jorge Sánchez, es mucho más rentable mantener un terreno vacío puesto que se pagan menos impuestos. En otras ciudades del mundo, este tema ya tiene una solución y existen mayores beneficios arancelarios para mantener edificaciones antiguas de gran valor arquitectónico. De este modo, el edificio aún podría haberse mantenido, siendo este el eje de una esquina complicada la cual articulaba coherentemente.
Sin una adecuada protección de las autoridades que aún no sostienen una postura clara ante la defensa de la arquitectura moderna como patrimonio (¿por no verse colonial quizás?), Lima perdió uno de los baluartes de su crecimiento urbanístico por mucho tiempo. Pues en su momento, era el edificio más alto y al final de sus días era el edificio más bajo respecto a su entorno. Todo alrededor creció, es curioso lo ingrato que puede resultar el paisaje urbano.
Es necesario evocarlo porque las buenas cosas nunca pueden quedar en el olvido sobre todo aquellas que marcaron el corazón, el corazón de la ciudad.
Agradecimiento al Archivo Histórico del “Catálogo de Arquitectura Movimiento Moderno del Perú (CAMMP)” de Alejandra Acevedo y Michelle Llona; y a las emblemáticas fotografías del álbum "La despedida a Limatambo" de Lima Milenaria.
- Área: 580 m²
- Año: 1947
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Fotografías:Carlos Troncoso, Marc Samaniego
