- Área: 84 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Tamara Uribe
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Proveedores: Interceramic, Canterland, Coberma, Enheid, Home Depot, Luis Correa, Mario Tapia
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Okana, un lugar donde los alimentos son los protagonistas absolutos del espacio. La arquitectura se vuelve un escenario blanco y negro para permitirle a los ingredientes y colores del poké ser los actores principales de este escenario gastronómico.
El poké, al ser de origen hawaiano, cuenta con un bagaje cultural enorme que pudo haber generado clichés al momento de diseñar, por lo cual, eliminamos cualquier relación directa con Hawái. Recurrimos a elementos de la cultura de manera abstracta, misma estrategia que utilizó el despacho de branding para elegir el nombre; Okana es una abstracción de Kona, isla hawaiana donde los propietarios pasaron su luna de miel.
Uno de los elementos predominantes en el espacio es una piel conformada por cinco mil piezas de yeso, totalmente hechas por manos locales. Estas piezas fueron inspiradas en los tatuajes típicos hawaianos y en las grecas mayas tan presentes en nuestra historia y arquitectura prehispánica. Este elemento totalmente negro envuelve el espacio sin volverse protagonista del mismo; es iluminado de manera indirecta, lo que genera un factor sorpresa al ser descubierto por los comensales al vivir el espacio. Esta piel es evidencia de la mezcla de ambas culturas, lo mismo que ocurre al preparar comida hawaiana con manos yucatecas.
La creación de la piel fue un proceso muy interesante durante la ejecución del proyecto. El diseño pasó de líneas en dos dimensiones a maquetas, moldes de cera y posteriormente a yeso. La idea era generar una imagen que pudiera ser infinita, para así tener un patrón que pudiera repetirse alrededor de todo el local. Al final, los moldes se hicieron de hule, cada uno con ciertas imperfecciones, lo que nos dio como resultado piezas únicas e irrepetibles, donde cada una cuenta una historia; las imperfecciones trasladadas a las piezas de yeso no fueron retocadas, fue nuestra intención crear un contraste entre lo limpio y puro de un espacio minimalista, y piezas hechas a mano por un artesano.
El remate visual es un muro de bloques de vidrio semitransparentes a doble altura, detrás del cual se puede observar el nombre Okana, el cual de difumina y distorsiona dependiendo de lo que esté sucediendo en la cocina en ese momento y desde donde se esté viendo el muro. Esto hace alusión a las infinitas posibilidades que tiene el poké y las diferentes combinaciones que pueden hacerse dependiendo de los usuarios cada vez que visita el establecimiento.
Okana fue un proyecto en el cual el despacho de diseño gráfico y los clientes estuvieron muy involucrados desde el día cero. Desde la manera de ordenar los alimentos, hasta la manera que fue diseñado cada centímetro cuadrado, hacen de Okana un lugar para conocer. La suma de todo lo anterior genera una sensación lúdica en el usuario, donde cada visita es una historia diferente, y donde las posibilidades culinarias y el diseño generan una experiencia gastroarquitectónica, o de gastroarquitectura, única.