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Arquitectos: CDM Casas de México, Javier Dueñas
- Año: 2017
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Fotografías:Rory Gardiner
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Proveedores: Lutron, SONOS, Grupo Arca, Artemide, Leviton, Wood n Stone
Descripción enviada por el equipo del proyecto. SJAIII surge, de manera conceptual, de las relaciones entre los distintos elementos naturales del contexto, y se inspira en el mutualismo del que la naturaleza es capaz permitiendo que exista la vida brote en un paisaje que bajo condiciones diferentes sería inerte.
El sitio, en su estado natural, es una pendiente rocosa y densamente vegetada, dominada por especies endémicas que prosperan a través de la frialdad mineral y que crecen de manera entrañable con la ladera accidentada. Este escenario, que sumerge al individuo en una atmósfera particular obligando inevitablemente a tornar la vista hacia el mar, constituyó el contexto que marcaría las primeras pautas para este proyecto.
Inicialmente, el programa consistía en una palapa y una alberca; o puesto de otro modo, una techumbre elevada del suelo para proteger del sol, y un cuenco sobre la roca para contener agua. Sin embargo, bajo este escenario idílico, la idea de imponer el programa sobre el sitio casi de manera accidental resultaba vacía de verdadero significado. Así, la techumbre inconexa de la palapa fue re imaginada más bien como una cubierta que se extrae desde el mismo cerro hacia el océano, mientras el agua inundaría la piedra para generar la alberca, como un charco dejado atrás por las mareas bajas.
Así, la pendiente del sitio se redirigió con un techo plano que busca mimetizarse con los alrededores, y que genera el espacio interior debajo de él. En la búsqueda por siempre mantener la relación entre lo construido y lo salvaje, el interior se abre completamente para permitir que la brisa y la luz rojiza del atardecer lo inunden, ayudado por los tonos de cedro que revisten los muros.
Gracias a las condiciones naturales del sitio se generó un espacio no programado mediante la cubierta que se transforma en un verdadero mirador hacia la horizonte marítimo durante el día, en tanto que de noche se beneficia de la lejanía con las fuentes de luz artificiales para permitir un observatorio hacia las estrellas.
Se generó entonces una terraza con el único propósito hedonístico de sentirse bien y en sosiego en la presencia del dialogo continuo entre los elementos de la naturaleza; que a su vez son la materia prima para la materialidad y la fenomenología.
Visto desde lejos, el conjunto se integra completamente con el paisaje, sobresaliendo únicamente el paramento arenisco de la cubierta casi como un acento puesto sobre la naturaleza, que no cambia el significado de ésta sino que lo transforma y le confiere uno nuevo, como la tilde encima de la letra Ñ.