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Arquitectos: CDM Casas de México, Javier Dueñas
- Año: 2017
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Fotografías:Lorena Darquea
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Proveedores: Flos, Grupo Tenerife, Dessie, Stanza, Volunta, iGuzzini
Del concepto y los recursos de diseño.
La identidad se define frecuentemente por quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos; son esos tres momentos vitales los que caracterizan la individualidad y, ayudados por el diseño, son traducidos a las atmósferas permitiendo al usuario imprimir esa identidad en cada espacio.
Para esta casa, dos principios de diseño, un tanto remotos, fueron especificados: las sensaciones obtenidas de la espacialidad de las haciendas, y los fundamentos energéticos presentes en ideologías orientales. Ésta sería la premisa para establecer la personalidad de esta casa que busca inherentemente la armonía y la familiaridad.
Por un lado, la casa fue concebida con el propósito de rescatar el modus vivendi de las haciendas; que sirvió como inspiración para la búsqueda de un carácter bucólico que se conjugara con el diseño actual, evitando historicismos.
Los usuarios, que a su vez son coleccionistas de antigüedades, buscaron transmitir esa pasión por lo antiguo con una arquitectura que permitiera que piezas clave se convirtieran en las protagonistas del espacio, mezclando mobiliario contemporáneo para eludir la impresión de vivir en una galería.
Por otro lado, era necesario que el equilibrio energético obtenido a través de disciplinas de armonización como el feng shui, estuviera presente en cada aspecto del diseño. Para ello se prestó especial atención a las dimensiones, materiales, emplazamientos y proporciones.
Fue justamente la yuxtaposición de estas condiciones la que generó el reto en crear una casa que transmitiera una sensación acogedora y contemporánea, cuya meta era ser disfrutada y vivida en una manera tradicionalmente mexicana: con amigos y familia.
El flujo de energía resultó fundamental. Con la hacienda como concepto primordial, la distribución de los espacios siguió una serie de principios armónicos que determinarían no sólo las plantas arquitectónicas, sino también la materialidad de cada espacio. Los criterios de feng shui fueron incluidos de diversas formas tales como una entrada principal con una fuente de inspiración andaluza que conecta con un patio donde una Magnolia redirecciona al habitante hacia la escalera encuadrada por un barandal metálico, o hacia la estancia delimitada por una cubo de madera que al abrirse revela el bar. Hacia el fondo, una fogata completa el círculo de elementos: agua, tierra, metal, madera y fuego.
En torno a este círculo, las áreas sociales se interconectan de la misma manera que las habitaciones de una hacienda están interconectadas. La relación con el exterior se tornó sumamente importante dado que la casa puede disfrutar de las vistas imponentes que la rodean, y del patio interior a través de transiciones muy sutiles. Lo anterior, aunado a alturas considerables, grandes ventanales, y simetría, proveen a la casa de un cierto dinamismo que fortalece la reinterpretación de la hacienda.
Ultimadamente, la familiaridad y singularidad fueron obtenidas al poner a la par las antigüedades con un diseño contemporáneo para concebir atmósferas sofisticadas que mantuvieran la personalidad que los clientes buscaban reflejar en la casa que compartirían con amigos y familia, creando un caleidoscopio de experiencias.