Luego de casi sesenta años, la importante obra del maestro Rogelio Salmona por fin parece hacer las paces con su entorno. La reciente renovación del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) persiguió el sueño del arquitecto de algún día poder coser la herida que abrió la calle 26 al Parque de la Independencia en el centro de Bogotá. Hoy, los encargados de la intervención, cuentan con orgullo como fue el proceso de darle una nueva cara al edificio para acercarlo a la ciudad, al mundo del arte y a las demás obras de Salmona dentro del mismo parque.
Por mucho tiempo, el edificio ha sido uno de los elementos aislados entre estacionamientos, así como ha sucedido con la Biblioteca Nacional y el adyacente Edificio Embajador. De manera que el objetivo principal de la renovación fue afianzar los lazos con los peatones y su entorno, así como, reconfigurar algunos espacios para sus visitantes.
En una primera instancia, se devolvió el acceso principal a su lugar de origen, tal como lo había planteado Salmona. La acción busca responder y sacar provecho del polémico proyecto diseñado por Giancarlo Mazzanti y su equipo. Pues, no ha sido sino hasta después de la inauguración del Parque Bicentenario que, por fin, se han recuperado vínculos entre ambos costados de la calle 26. Así, hoy se puede acceder al museo desde la calle veinticuatro o a través del parque elevado entre sus terrazas y jardines.
La reubicación de la entrada principal permitió generar un gran hall de acceso gratuito, el salón Marta Traba. A esta sala se abrieron de nuevo espacios como el restaurante y la biblioteca desde donde puede percibirse todo el espacio, ahora mas grande e iluminado. Asimismo, se creo un nuevo guardarropa, se retiraron las rejas de las ventanas y se replantearon la tienda de recuerdos y la salida por donde antes era el ingreso.
Su directora, la artista y gestora cultural Claudia Hakim, habló públicamente sobre el interés por estudiar cuidadosamente e interpretar los planos del maestro Salmona. Se recuperaron muchas de las configuraciones espaciales propuestas originalmente, así como la sobriedad en los colores blanco y gris de la materiales recuperados con la intervención. En el primer piso de demolieron algunos muros y se reformuló el recorrido acorde a los intereses curatoriales y museológicos para las próximas exhibiciones.
Finalmente, después de dos meses de trabajo, la renovación no solo ha terminado con un fuerte mantenimiento, sino que continúa formulándose proyectos a futuro. Hakim, se ha pronunciado frente al interés de abrir próximamente un restaurante de acceso público en la terraza del edificio, así como la recuperación de la desaparecida cinemateca del MAMBO, y más adelante a la tan esperada ampliación del museo que, desde ya da la bienvenida a los visitantes del parque, y claro, a los amantes del arte.
Vía El Espectador, El Tiempo, Revista Semana, MAMBO.