Lo único que quería era conocer el Jardín Majorelle. Fue un día antes de tomar el avión hacia Madrid, era la guinda de la torta. Mis expectativas eran altas, pero no hay opción de decepción, el lugar es de una belleza impactante. Siento que crear un jardín es algo conmovedor. Se necesita toda una vida de dedicación. Y esta es una verdadera obra de arte botánica, iniciada por Jacques Majorelle en los años ´20 y perpetuada por Yves Saint Laurent y Pierre Berge. La historia cuenta así…
Jacques Majorelle, pintor francés, hijo de un famoso diseñador de muebles, llega a Marrakech el año 1917. Fascinado con la ciudad, seis años después, se compra un terreno en lo que en ese entonces eran palmerales a las afueras. Primero construye la residencia principal en un sobrio estilo marroquí, a la cual llama Bou Saf Saf. Luego en 1931 encarga a Paul Sinoir el diseño de una villa de formas cubistas para usarlo como estudio.
Amante de los viajes y la botánica, Majorelle se dedica a traer las más diversas plantas de los cinco continentes. Cactus, palmeras, jazmines, agaves, daturas, bambúes y bugambillias comienzan a tomarse el jardín y a crear una fantasía exuberante. La armonía de colores y formas es orquestada por Majorelle tal como si fuera una de sus pinturas.
En 1937, Majorelle decide pintar su estudio art decó de un potente azul cobalto, inspirado en África. Continuando su amor por los colores primarios toma amarillo, naranja y azul y le da color a muros, pérgolas y fuentes. Es con esta audaz idea que el lugar va a tomar su original y definitiva presencia estética.
Debido a problemas económicos y al alto costo de mantenimiento, Majorelle decide abrir el jardín al público hacia 1947. Por esta razón, Yves Saint Laurent y Pierre Berge lo visitan en su primer viaje a Marrakech en 1966 y quedan encantados con su vibrante atractivo. En palabras de Pierre Berge:
Estaba abierta al público, pero prácticamente nadie iba. Estábamos encantados con este oasis donde colores a lo Matisse se mezclaban con los de la naturaleza
El amor de la pareja por Marrakech fue inmediato. De ese primer viaje volvieron a París con una casa comprada; Dar el Haanch. El diseñador y su pareja mantuvieron una relación con Marruecos toda su vida, era su segundo hogar. Toda la obra de Saint Laurent se vio imbuida de su acercamiento a oriente. Observa Bergé sobre sus desfiles;
siempre había un perfume marroquí en el aire. Parecía escapar de los dibujos que había hecho a la sombra de las palmeras
Hacia 1980 la casa se encontraba en muy mal estado y el jardín abandonado. Impidiendo su venta para construir un hotel, la pareja compra la propiedad para preservar el legado y el laborioso trabajo de amor de Jacques Majorelle. Restauraron el lugar con la ayuda del decorador Bill Willis y sumaron nuevas especies al jardín.
Decidieron mantener el espacio abierto al público y convirtieron el estudio en un museo para exhibir su vasta e interesante colección de arte bereber. Ellos mantuvieron su residencia privada en Bou Saf Saf, renombrándola Villa Oasis.
En Villa Oasis fueron esparcidas las cenizas de Yves Saint Laurent luego de su muerte el año 2008 por un cáncer cerebral. Además dentro del jardín se construyó un pequeño y sobrio memorial con una columna romana que fue encontrada en la playa cerca de su casa en Tánger. Por último, como homenaje de la ciudad que tanto amó, la calle en la que se ubica el jardín fue renombrada Rue Yves Saint Laurent.
Al día de hoy el lugar recibe miles de visitas mensuales y está mantenido en perfecto estado. Pasear por sus jardines es una experiencia sublime. Los pasillos de bambú llenan de sombra, los pájaros cantan, las flores de loto se abren y las fuentes refrescan. Y por sobre todo, ese color azul alucinante (hoy llamado azul majorelle) que al contrastar con el verde de la vegetación produce un sentimiento sobrecogedor.
Creo que es un lugar imperdible, una verdadera obra de arte cuya creación demora toda una vida y una constante atención. Gracias a Yves por dejarla cuidada y abierta para todo el que quiera empaparse del verdadero amor a la belleza.
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