La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts'ui Pên, opta —simultáneamente— por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también, proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela.
J. L. Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan
FUNGIVERSO [1] es una propuesta conceptual que especula sobre las posibles relaciones futuras entre la biotecnología y su contexto cultural, a partir del correlato entre método constructivo y formas de habitar. La trama sucede en cinco escenarios, en cinco mundos que, descritos por un misterioso visitante a través de postales y detalles constructivos, divergen simultáneamente.
Biodiseño y cultura
La biología sintética consiste en la creación y rediseño de sistemas vivos -o sus componentes-, a partir de la programación de secuencias de ADN coherentes y funcionales (syntheticbiology.org). Actualmente, la antigua transferencia de tan solo un par de genes ha sido superada por la producción de un genoma completamente sintético (Gibson et al., 2010). Las vías reguladoras de los organismos son modificadas insertando secuencias artificiales de genes para proveer de nuevas funciones a las células y el organismo. En este contexto, se ha buscado definir un “genoma mínimo” experimentando con algunas bacterias caracterizadas por poseer genomas pequeños (Mycoplasma mycoides), a las cuales se les reduce la cantidad de bases nitrogenadas hasta que el organismo no pueda sobrevivir: el tamaño y estructura del genoma en ese momento será el límite -siempre hipotético- para definir y comprender la estructura genética más pequeña posible que pueda sostener los procesos vitales. Esta estructura mínima formaría el soporte fundamental para la vida, y por tanto para la utilización de los biocircuitos de ADN.
A partir de la biología sintética surge entonces una serie de cuestiones éticas: la posición del ser humano al manipular o crear vida, el alcance de estas acciones en la sociedad y los ecosistemas, o las relaciones de poder que silenciosamente determinan las decisiones que dirigen laboratorios y grandes consorcios. En este contexto, nos declaramos al mismo tiempo apocalípticos e integrados (Cfr. Eco, 1964/1984); apocalípticos porque creemos en el inminente e inmanente impacto que la biología sintética, especialmente el biodiseño, tendrá en nuestro mundo tal como lo conocemos, e integrados porque decidimos no ignorar su uso -no oponernos a priori-, sino reflexionar a partir de interrogantes que puedan arrojar luz sobre una tecnología cuya democratización no está garantizada.
Biodiseño y arquitectura
Actualmente, resultado de colaboraciones interdisciplinarias, la biología sintética y el diseño han convergido en el biodiseño; disciplina donde los organismos de laboratorio son utilizados como materia prima para el estudio, la experimentación y la producción de nuevos materiales a partir de seres vivos (Rodrigo & Jaramillo, 2013). En este sentido, el biodiseño comprende no sólo la programación genética, sino la manipulación en general de organismos, ya sean bacterias, hongos u otros seres, para generar objetos y productos.
El diseño y su inagotable deseo por el control de la materia y la forma, se traduce en el campo de la Arquitectura y la construcción en la necesidad de elaborar materiales discretos como ladrillos, listones de madera, paneles de vidrio, vigas de acero, etc. En definitiva, los bloques con los cuales concebimos nuestras edificaciones y objetos. Este fenómeno ha sido reiterativo en la evolución de distintas tradiciones constructivas y vuelve a aparecer en el biodiseño, replanteando hongos y bacterias como materiales de construcción. Las formas en que estos biomateriales aparecen en el mercado evidencian cómo una nueva tecnología es homologada a las tradiciones constructivas existentes. [2]
En el caso de la utilización de los hongos como biomaterial, estos, tal como si fuesen arcilla, son puestos en moldajes y una vez que han llenado el volumen deseado es necesario matarlos en hornos a altas temperaturas para detener su crecimiento. En el diseño de este proceso constructivo se evidencian al menos dos cosas: por un lado, la rápida apropiación de esta tecnología por parte de la industria cultural (Cfr. Adorno, T. & Horkheimer, M., 1944/1988), es decir, que su adopción ha vaciado a priori la posibilidad de generar preguntas sobre los diversos alcances de la técnica -desde los formales hasta los epistemológicos-, en pos de lograr una receta fácilmente digerible por el mercado; y por el otro, el evidente impulso de la industria hacia el control de la materia, arraigado en los sistemas de estandarización y certificación a los que un nuevo material debe ser sometido previo a su salida al mercado. Sin embargo, se pasa por alto el origen de este universo constructivo, que no fue creado ni concebido por los humanos, sino a partir de sistemas vivos con lógicas formales y temporales de crecimiento autónomo y dependientes de variables ambientales. Deberíamos estar hablando aquí, en primer lugar, de sistemas emergentes, de metabolismo y los ciclos del carbono y nitrógeno, de la colonización de sustratos y simbiosis, antes que de encofrados y moldajes. En otras palabras, nuestra propuesta es preguntarnos por las posibilidades de la materia con la que trabajaremos, antes de truncarla con el fin de hacerla familiar.
No cabe duda de que es posible generar una técnica que logre asociar biología y arquitectura, vinculando por primera vez dos universos constructivos antes extraños entre sí, mas resulta imposible prever qué sucederá con esta tecnología en el mundo. El vínculo generado por la biología sintética es solo el detonante de lo que eventualmente podría ser la especulación inmobiliaria en base a las tasas metabólicas del micelio, o la obsolescencia bio-programada del diseño, etc. No es por lo tanto viable tener una interpretación unívoca de la biosíntesis. La noción del presente requiere la esquizofrenia del futuro.
Ficción y especulación
La ciencia ficción constituye una especie de alquimia, con sus propias y ocultas reglas, que transmuta nuestros más profundos anhelos en distintos mundos y delirios. Es por ello que creemos que es la herramienta apropiada para, desde el futuro, especular sobre el presente. Las imágenes que confeccionamos, las historias que narramos, nos acercan a los márgenes de nuestro tiempo. Entonces, a través de la ciencia ficción planteamos una serie de preguntas al cosmos, pero no esperamos su réplica; ávidos de curiosidad nos dedicamos a esbozar nuestras propias respuestas, las cuales bifurcan nuestro universo conocido en diversas dimensiones. Dado que, para nosotros, dichos caminos se desarrollan simultáneamente, el presente ejercicio intenta explorar algunos de ellos como mundos paralelos, discretos y coherentes, centrando la discusión en las distintas posibilidades de control de la técnica biosintética, y por tanto de control de los procesos biológicos. Esta tarea devela la verdadera búsqueda: el constante intento por el control de nosotros mismos y nuestro mundo. Y sin embargo, siempre nos encontramos con un límite, leyes invisibles proclamadas por la tangible caída de un objeto, o la transcripción de un gen asociado a enzimas metabólicas. Leyes externas.
Por esta razón optamos por hacerle preguntas a la biosíntesis sobre su relevancia, su pertinencia y su alcance. La exploración de cualquier tecnología requiere primero de un proceso de cuestionamiento sobre el cómo pensarla, más aún cuando se trata de relacionarnos con organismos vivos. Ante el inminente desarrollo de esta tecnología nos preguntamos ¿Cuál será la relación entre diseño y biología? ¿Cuál será la relación entre esta disciplina y el desarrollo de la especie humana? ¿De qué manera el biodiseño transformará nuestro entorno? ¿En qué medida estas nuevas tecnologías redefinirán los modos y las relaciones de producción?
Vaticinamos en un futuro cercano algunas de estas exploraciones traducidas a pruebas en laboratorios, a prototipos y sistemas constructivos. De momento, especulamos.
_________________
[1] Texto realizado a partir del trabajo desarrollado en el primer Biodesign Workshop de la Pontificia Universidad Católica, organizado por Alejandro Soffia y Fernán Federici en mayo de 2016.
[2] Ejemplos de este desfase entre desarrollo de la técnica constructiva y su forma hay muchos: desde la incorporación de elementos propios de la construcción en madera en la arquitectura clásica griega en piedra hasta la construcción en hormigón de detalles neoclásicos en Chile durante el s. XX. Para este último caso, Cfr. Torrent, H. (1995). Bellas Artes, Técnica y Arquitectura en Sudamérica: La Biblioteca Nacional en la modernización de Santiago de Chile. ARQ, (29), 2 - 5.
Referencias
Adorno, T. & Horkheimer, M. (1988). La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas. En Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires, Argentina: Sudamericana. (Obra original publicada en 1988).
Eco, U. (1984). Apocalípticos e integrados. Barcelona: Lumen. (Obra original publicada en 1964).
Gibson, D., Glass, J., Lartigue, C., Noskov, V., Chuang, R., Algire, M.,… Venter, C. (2010). Creation of a Bacterial Cell Controlled by a Chemically Synthesized Genome. Science, 329 (5987), 52-56.
Rodrigo, G. & Jaramillo, A. (2013). AutoBioCAD: Full Biodesign Automation of Genetic Circuits. ACS Synth. Biol., 2 (5): 230-236.
Torrent, H. (1995). Bellas Artes, Técnica y Arquitectura en Sudamérica: La Biblioteca Nacional en la modernización de Santiago de Chile. ARQ, (29), 2 - 5.