Todo lo que aprendí en un magíster en Arquitectura

El fin de la graduación suele dejar un vacío en la vida del arquitecto recién formado. No podría ser diferentes, pues al final, después de cinco años (o más. Bueno, generalmente más) conviviendo con los mismos amigos, colegas y profesores, es natural que el paso de la vida académica a la profesional esté acompañada por un sentimiento de nostalgia de las largas discusiones en los pasillos de la facultad, de los trasnoches de taller, de las fiestas, y sobre todo, de la rutina del estudiante.

La ruta más común luego de recibir el diploma es enfrentar el salvaje mercado laboral. Buscar un empleo en una oficina y pasar un tiempo conociendo las entrañas de las oficinas y empresas de arquitectura parece ser una de las opciones que más atraen el interés de los flamantes arquitectos. La idea de abrir un negocio propio en un futuro a largo plazo parece compensar esos años de dedicación a proyectos que no siempre son de nuestro gusto o no están alineados con la visión de aquellos que acaban de salir de la universidad.

Sin embargo, hay otros caminos posibles para los recién titulados, y para aquellos que en la facultad ya se involucraron en proyectos de investigación el magíster (máster o maestría) puede ser una alternativa interesante. La naturaleza de la disciplina de la arquitectura ayuda en ese sentido: el campo es absolutamente amplio y permeable, los jóvenes arquitectos se abren muchas opciones de líneas de investigación que sean parte o se aproximen a la arquitectura. Tecnología, vivienda, diseño, paisajismo, diseño urbano, política urbana y confort térmico son algunas de las áreas más consolidadas dentro de la disciplina que se ofrecen para investigar. Sin embargo, si el objetivo es justamente distanciarse de las líneas más consagradas, la arquitectura ofrece apertura a otros campos, como la escenografía, el teatro, la fotografía y el cine.

Y eso fue exactamente lo que hice. Después de finalizar mi proyecto de título en marzo de 2013, pasé a dividir mi tiempo entre las actividades de ArchDaily, proyectos con amigos y colegas arquitectos y la producción de videos, un interés que nutrí desde la época de facultad y que fue parte de mi Proyecto de Final de Carrera (PFC). Un año alejado de la academia bastó para despertar mi interés en ingresar a un magíster y a mediados de 2014 ingresé a un proceso de selección con un proyecto de investigación que buscaba mezclar mis intereses en el cine y la arquitectura.

¡Funcionó! O bien, yo pensaba que . Ahora, a casi dos años se estar en posgrado y a punto de concluir el examen final, comparto algunas lecciones que aprendí en este viaje y que pueden ser útiles para quienes pretender regresar a la universidad.

No existe la investigación sin interés

© Gabriel de Andrade Fernandes [Flickr], bajo licencia CC BY-SA 2.0

Puede parecer obvio, pero no lo es. Para iniciar una investigación en cualquier área (sea dentro o en los bordes del campo de la arquitectura) es necesario que el tema en cuestión despierte algún interés en ti. Esto se aplica a todos, desde aquellos estudiantes involucrados en proyectos de iniciación científica y aquellos que nunca se han involucrado en investigaciones académicas: si no hay interés, no hay investigación.

Pensar sobre algún tema requiere estar abierto a aquello, ser sensible al objeto en cuestión. Sólo entonces puede haber alguna reflexión sobre el asunto, y por lo tanto, una investigación. Dicho esto, el próximo paso es identificar si el interés es realmente algo interno o si hay otras preguntas involucradas, por ejemplo, en el caso del proyecto de investigación es la continuación de una aburrida investigación científica. En ambos casos hay interés, sin embargo, son de naturalezas distintas. Créeme que la investigación será mucho más prolífica si el interés parte originalmente por alguna motivación interna (y eso no quiere decir que no pueda ser la continuación de una investigación científica).

Nadie te va a decir lo que debes hacer

© Forgemind ArchiMedia [Flickr], bajo licencia CC BY 2.0

Es común la idea de que la única tarea de un magíster es realizar una investigación, sin embargo, como en pregrado, hay una malla de cursos a los cuales asistir. Puede variar entre cada institución, pero generalmente no hay cursos obligatorios, pero sí una carga horaria obligatoria, y tú debes escoger cuáles cursar. Nadie te va a decir cuáles cursos escoger, lo que sí puede pasar es dar sugerencias, pro la responsabilidad es toda tuya.

Este es un punto importante en el posgrado y al cual me demoré en adaptar. El alumno tiene una autonomía mucho mayor que en pregrado, y eso se aplica no solamente en los cursos, sino también en la investigación. El orientador participa en el proceso de comienzo al final, discutiendo y sugiriendo lecturas, pero si no haces lo que debes hacer, nadie más lo hará. Lo que nos lleva al próximo tópico...

Proactividad

El diccionario portugués define proactividad como:

s.f. 1. Característica de quien busca identificar o resolver los problemas con anticipación, prontitud, diligencia.
2. Acto de prever problemas y actuar de forma eficiente para evitarlos o mitigarlos
3. Alterar una situación actual, pensando en futuros eventos.

En definitiva, la proactividad es una cualidad que te ayudará mucho en la academia, evitando, entre otras cosas, la acumulación de tareas al final del curso. De hecho, es una cualidad muy útil también en pregrado y en cualquier trabajo.

La universidad no es solamente para ser profesor

© Peter Alfred Hess [Flickr], bajo licencia CC BY 2.0

Este es un tópico poco discutido y que muchas veces desalienta a los arquitectos a volver a la universidad. He oído de varios arquitectos -recién formados o con experiencia- que no tienen interés en un magíster porque no quieren dar clases. Bien, es verdad que el magíster o el doctorado (PhD) son pasos de un viaje que posibilita al arquitecto convertirse en profesor universitario, pero el posgrado no se limita a eso.

En mi caso, la perspectiva de dar clases (en un futuro) me agrada mucho, pero veo el magíster como una oportunidad de trabajar en asuntos de interés que pueden, incluso, ser aplicados al mercado laboral. Estudiar la relación entre cine y arquitectura podría, si fuese mi interés, darme el apoyo suficiente para trabajar con escenografías, por ejemplo. Alguien interesado en la investigación de materiales que mejoren el confort térmico en viviendas podría encontrar un nicho bastante prolífico en el mercado laboral.

El mensaje en ambos casos es el mismo: hacer un magíster o un doctorado no significa necesariamente que tu futuro esté en la sala de clases.

Sigue tu intuición

© Paulo Vizeu, bajo licencia CC0

Esto es algo que aprendí a duras y cuya historia se alargaría demasiado aquí. En resumidas cuentas, ingresé al magíster con la idea de estudiar la relación entre cine y arquitectura. Hoy tengo que esforzarme para pensar en algo más amplio que esto. En defensa de mi versión de hace dos años, la idea era abordar específicamente la producción de videos de arquitectura. Como puedes ver, no había un "enfoque" (recorte) (palabra muy usada en la universidad, entre profesores y colegas que siempre preguntarán sobre tu "enfoque"), pero había un interés personal por el tema, por lo tanto, como lo comenté anteriormente, había una "potencial investigación".

En determinado momento del curso, mi orientador sugirió, por diversas razones, un cambio no solo en el foco (videos de arquitectura), sino en la estructura interna de la investigación. En otras palabras, prácticamente todo lo que había producido hasta ese momento no serviría. Por (otras) diversas razones, acaté el cambio y pasé cerca de tres meses dedicándome a esta "nueva investigación", mientras no había más interés de mi parte, como se podrá suponer, no hubo investigación.

Fue difícil la decisión de regresar al rumbo original, es decir, redireccionar la investigación hacia lo que realmente me interesaba de la misma forma, pero fue importante porque esta decisión definió solo solo un enfoque más preciso en la investigación, sino también ayudó a identificar una incompatibilidad entre la visión de mi orientador y la mía.

Siempre hay tiempo para cambiar

No tomes al pie de la letra esto. Sí, es contradictorio, pero no siempre hay tiempo para cambios, pero sirve para resumir la historia que estaba contando. Al identificar la incompatibilidad entre las ideas de mi orientador y las mías, mi primer impulso fue exponer mi inquietud y intentar convencerlo de volver a la investigación original, sin embargo, con un enfoque definido, era la manera más eficiente de finalizar el magíster.

Esta estrategia no terminó funcionando y en vez de regresar a mi investigación original con mi orientador, presenté mis ideas a otro profesor, que se interesó por la investigación y terminó asumiendo mi orientación. Como pueden ver, así como es esencial el interés por parte del alumno, el orientador también necesita interesarse en el objeto en cuestión.

Es una larga travesía, así que aprovecha el viaje

© KenC1983 [Flickr], bajo licencia CC BY-ND 2.0

Dos años y muy poco tiempo para profundizar en algún tema y, al mismo tiempo, finalizar los cursos (que suele exigir la preparación de artículos y presentaciones), entonces un valioso consejo es alejarse de la idea de intentar hacer la mejor disertación del mundo o el mejor magíster del año. Puede parecer frustrante leer esto, pero es justamente lo contrario: para evitar la idea de lograr el más alto nivel académico con tu tesis, el alumno se saca de la espalda un peso enorme y puede trabajar sin esta presión, disminuyendo las posibilidades del fracaso.

Una de las lecciones más valiosas que aprendí durante mi magíster en arquitectura fue intentar divertirse en todo trabajo, y solo me consigo divertir trabajando si el foco del trabajo es algo de mi interés personal. Esto no significa, en lo absoluto, que el trabajo sea fácil o que la única cosa que importa del magíster es divertirse, o que la opinión del profesor guía (o cualquier otro profesor o colega) no puede ir en contra de la tuya. Por el contrario, la universidad es un lugar de conflictos, y es del conflicto de ideas donde puede surgir una investigación, como pasó conmigo.

Estos consejos no son más que la opinión de alguien que aún no concluye su magíster. Las opiniones que pueden ser útiles a los que piensan ingresar a un posgrado en arquitectura (o en otras áreas), pero precisamente porque son opiniones, no asumen el peso de ser verdaderas absolutas, sin embargo, cree que han ayudado a dar un paso tras otro en este complejo hábitat llamado Universidad.

Sobre este autor/a
Cita: Baratto, Romullo. "Todo lo que aprendí en un magíster en Arquitectura" 02 feb 2017. ArchDaily México. (Trad. Valencia, Nicolás) Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/802788/todo-lo-que-aprendi-en-un-magister-en-arquitectura> ISSN 0719-8914

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