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Arquitectos: Idoia otegui_arquitectura
- Área: 200 m²
- Año: 2015
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Lo mejor del campo en lo mejor de la ciudad. Dicen que no se puede tener todo y que siempre deseas lo que no tienes. Pero a veces ocurre, a veces suena la campana, y te encuentras con un diamante en bruto, la posibilidad de tener lo mejor de vivir en el campo, una vivienda unifamiliar con tu propio jardín con piscina, perro y bellas vistas de la naturaleza, pero situada encima de una torre del centro de Madrid con el barrio, la farmacia, el bar a tus pies, y maravillosas vistas en 360º. A veces los sueños se hacen realidad…
Este chalet del madrileño barrio de Chamberí, está situado en una privilegiada planta 12 de una torre de los años 60. Se accede desde el jardín, un jardín en dos niveles, el primero de ellos con una piscina en forma de riñón como se hacían antes, como los decadentes moteles de carretera americanos. La casa de 80 metros cuadrados construidos tiene también dos plantas, como todo chalet que se precie, en la plata baja se desarrolla la totalidad de la vivienda, una vivienda pequeña, pero suficiente. Un salón con chimenea de mármol y boiserie de madera, como no podía ser de otra manera, y salida directa al jardín, una cocina office con zona de comedor exterior, un amplio dormitorio con vestidor, terraza y vistas a la sierra de Madrid y un baño también con vistas, porqué no.
Y la segunda planta se reserva para lo mejor, una escalera de caracol nos conduce a un pequeño espacio que al instante nos recuerda a un barco, el corazón de la vivienda, un tesoro oculto en medio de Madrid, un espacio sin nombre, sin uso, una Follie, una extravagancia, un lujo inútil, sublime, donde los usos serios y convencionales de la vivienda no tiene cabida, construido sin ningún fin puede ser usado por el hombre para sus propios fines, sin función alguna simplemente existe. Un Octógono acolchado con ventanas en 360º para sentarse, para pensar, para leer, para reunirse, para nada, para contemplar Madrid como si fuéramos un ojo de pez, girando sobre nosotros mismos…