Como una imagen de sí mismos, bajo el argumento de “somos lo que hacemos”, la firma de arquitectura Al Borde convirtió una casa en construcción en un manifiesto vivo para la edición inaugural de la Bienal de Arquitectura de Chicago.
Liderado por David Barragán, Pascual Gangotena, Malu Borja y Esteban Benavides, el colectivo basado en Quito desde el 2007 fue uno de 104 participantes seleccionados por los curadores Joseph Grima y Sarah Herda para la muestra titulada "The State of The Art of Architecture" y sólo uno de 6 participantes sudamericanos.
A primera vista, la presencia de Al Borde en un pasillo del cuarto piso del Chicago Cultural Center – centro de operaciones de la bienal – es mínima e introvertida. Ocho impresiones tamaño A3, repletas de infografías en blanco y negro, sostenidas por atriles convencionales, esperan en silencio que un transeúnte se detenga a observar más de cerca.
Usando tres cuartas partes de los fondos asignados por la bienal para la exposición, Al Borde está financiando la realización de una parte de un proyecto real titulado “Casa en Construcción” – la rehabilitación de una casa abandonada en el centro histórico de Quito. Al acercarnos más, las infografías expuestas relatan una compleja historia sobre cultura, sociedad, economía, patrimonio, política, arquitectura, entro otros temas, pero hay un concepto que sobresale y se repite: Al Borde cree en los recursos. Más allá de recursos económicos, Al Borde cree en trabajar con la comunidad local para obtener mano de obra, materiales, habilidades, tiempo, e incluso terrenos o diseño.
El montaje mismo de la exposición expresa aún más sobre la filosofía de Al Borde por ser de bajo costo, tener un desperdicio mínimo y sin excesos, utilizando atriles fáciles de conseguir en cualquier tienda por departamento local. En esencia, lo que vemos en la bienal es una especie de radiografía en la que se analiza el componente de un proyecto más grande con el fin de representar el ethos y los valores a los que Al Borde se adhiere al proyectar sus diseños, conectando una variedad de temas locales pero sin olvidar los globales – en sus palabras, la exposición es el proyecto y, a la vez, el proyecto es la exposición.
Después de haber estado abierta al público durante 3 meses, la bienal cerró el 3 de enero de este año. Esto marcó así también el fin de la construcción de los “Trillizos”, un espacio de 23,4 metros cuadrados que pasará de ser bodega a ser un apartamento y oficina de 42,5 metros cuadrados. El proceso de construcción y la contabilidad son información pública y es transmitida vía online, actuando como parte de la exposición.
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