- Área: 3033 m²
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Proveedores: Spigo Group
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto de un espacio sagrado se aborda desde una doble vertiente: por un lado la necesidad de caracterizar un espacio para que exprese adecuadamente esa condición de sacralidad, y por otro, dar respuesta a una serie de demandas funcionales propias de la liturgia, dotadas a su vez de una gran carga de significados simbólicos.
Para ello hemos confiado en recursos formales propios del lenguaje contemporáneo, explorados ya en proyectos anteriores (la iglesia de san Juan Pablo II en Simancas o la capilla del colegio Alcazarén, ambas en Valladolid): la gestión del espacio y la escala, la utilización y caracterización de la luz, el tratamiento escultórico del espacio y el volumen, y la coordinación de un programa iconográfico unitario acorde con el lenguaje y las características del templo.
Hemos planteado un edificio con volúmenes rotundos que dan respuesta a cada elemento del programa: la torre con el cuerpo de campanas y un columbario en su interior, un zócalo continuo que se adapta al perímetro de la parcela y alberga el centro parroquial y los accesos, y por último, para el templo, un volumen cúbico que emerge sobre una franja de vidrio.
El tratamiento exterior se resuelve con un único material de revestimiento: paneles de GRC (Glass Reinforced Concrete) con acabado ranurado, con despieces de gran formato y modulación horizontal organizada por niveles. Hemos pretendido que se manifestase el carácter público y singular del edificio en un entorno urbano residencial. Las aperturas para iluminación se han tratado con una escala acorde al volumen global, unificándolas con el uso de vidrio oscurecido. Los volúmenes se excavan para configurar los accesos y disponer huecos de iluminación de menor escala.
El espacio central de la iglesia se diseña a partir de una planta cuadrada a la que se adosa la capilla de diario. El acceso se plantea desde los pies de la nave, bajo el coro, de forma que el espacio y el retablo vayan descubriéndose gradualmente. Se establece un zócalo continuo de mármol gris que mantiene una cota única. En este ámbito cercano transcurren los acontecimientos propios de la liturgia.
El zócalo se vincula a la topografía del presbiterio y contribuye a que los fieles dispongan de una referencia de escala cercana, reforzada por el plano horizontal del coro. Al mismo tiempo establece un plano horizontal a partir del cual se despliega el espacio de contenido más simbólico presidido por el retablo y el sagrario, los muros verticales blancos, la grieta horizontal que introduce la luz y el plano azul del techo con una cruz excavada.
El retablo, obra del escultor Javier Martínez, se ha planteado desde el principio como un retablo escenográfico. Todo el frente del retablo se ha tratado de forma unitaria como un muro de gran espesor excavado, que alberga la plataforma en la que se desarrolla la escena central, el nicho para el sagrario y la hornacina con la pintura del santo titular.
Se han buscado los contrastes formales y de texturas entre los distintos elementos utilizados: mármol liso y oscuro en el basamento, grandes piezas de piedra caliza rugosa en la “predela”, un plano blanco que enmarca el retablo y la textura dorada del fondo.