-
Arquitectos: Estudio Rocamora Diseño & Arquitectura
- Año: 2015
-
Fotografías:Cabrera Photo
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Este edifico, en esquina, en el Barrio Antiguo, en las laderas del Benacantil de Alicante, surge de la unión formal de dos pequeños bloques en estado, prácticamente, ruinoso. La intervención total, en su conjunto, son aproximadamente unos 350m2, y los pequeños apartamentos disponen entre 40 y 60m2 como máximo. François, empresario suizo enamorado de Alicante, decide comenzar una aventura en nuestra tierra con la compra de estas 2 propiedades, para poder algún día habilitarlas para apartamentos de alquiler.
Este tipo de negocios no es el terreno en el que se mueve corrientemente y su deseo es realizar un proyecto romántico de recuperación ensimismada de la casa tradicional del barrio de Alicante, en este ambiente tradicional en el que se insertan las viviendas, donde todavía la gente tiene una relación cercana, pausada y amable con sus pequeñas e irregulares calles. Constructivamente, en su interior los forjados y cubiertas se intervienen en su totalidad como encofrados perdidos, acabado en tarima maciza de pino o pavimento cerámico, según el programa funcional. Los apartamentos, se proyectan con una decidida continuidad, articulados por unos "muebles" donde se agrupan los servicios, como cocinas, aseos, almacenes, sirviendo de nodos articuladores. Los acabados interiores se resuelven con 3 materiales que van plegándose en diferentes planos, horizontales y verticales, con una clara decisión de continuidad, pragmatismo y limpieza.
En paredes y techos cohabitan panales de cartón-yeso que permite el paso de instalaciones sin tener que intervenir en los muros de carga estructurales, junto con los acabados tradicionales de techos de viguetas de madera y abovedado. En suelos y paredes se resuelven con 2 materiales: la tarima de pino natural sobre rastreles, que permite también el paso de instalaciones sin grandes obras, y el material cerámico que resuelve con gestos de continuidad mediante pliegues entre planos de suelo-pared, espacios tan diversos como zonas de cocina, baños, paredes en zona de comedor, cabezales de camas, rellanos de escalera, huellas-tabicas, mobiliario, permitiendo fácil limpieza y resistencia al desgaste, pero también una imagen ambiguamente tradicional, decididamente contemporánea, del conjunto. En este caso, el material cerámico, en tonos azules, de imagen vintage, aporta funcionalidad en acabados y unidad formal entre las paredes lisas de cartón-yeso y techos originales pintados en tonos de grises, junto con la imagen homogénea de los pavimentos de madera natural. Sobre la fachada, el zócalo del edificio, se resuelve con una gran superficie continua de chapa galvanizada calada con motivos geométricos de la cerámica tradicional valenciana.
Este zócalo, de 3 mm de espesor, permite resolver el contacto con la calle de forma amable, funcional, permitiendo el dibujo la entrada de luz a los zaguanes de escalera y viviendas en planta baja, con solvencia y seguridad. Este zócalo, de imagen tradicional, que nos evoca al aplacado tradicional cerámico, se encarama en fachada, sobre otros huecos en altura que recaen sobre las pequeñas cajas de escalera. Se opta por chapa galvanizada siguiendo un criterio, al igual que en el interior con los azulejos, de sinceridad y naturalidad en los materiales empleados, pero sobre todo, funcionalidad y prácticamente nulo mantenimiento a largo plazo.
El resto de fachada se acaba con un luminoso monocapa lavado, y la recuperación de elementos originales como son los balcones de piedra y cerrajería original. El control de la privacidad de cada una de las ventanas, en altura se realiza la persiana tradicional, enrollables, de madera natural, consiguiendo en su conjunto que cohabite de nuevo, la imagen contemporánea conseguida con la chapa horadada, mediante corte por control numérico, junto con las barandillas de forja originales, o las persianas alicantinas, de estos apartamentos de principio de los años 20.