- Año: 2014
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Fotografías:Diana Quintela
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicado en Lisboa, VERTIGO surgió en un contexto particularmente complejo debido a la realidad física a la cual corresponde, las diferentes necesidades funcionales pero principalmente a la débil situación económica en Portugal. Es una obra que pretende alojar un pequeño café, un centro deportivo, una pequeña tienda de equipos y un salón informal. Quizás la solución para incluir esta variedad de usos es no considerarlos en el sentido mas rígido y literal, ya que cuando la forma sigue la estructura el habitar aparece de manera espontánea y se transforma en impredecible.
Podemos comprender la arquitectura como una fuerza clave de mediación. Bajo la misma definición entendemos que existe de forma material y inmaterial simultáneamente: como una estructura física y estática; o como una serie de sucesos cambiantes, un elemento volátil.
El proyecto se desarrolla dentro de un gran galpón industrial en la orilla del río y recibirá en su interior un centro de escalada. Debido a esto, el pabellón que alberga la cafetería debe asumir como un filtro de transición entre la realidad exterior de la ciudad y el mundo interior de los deportes, manteniendo una relación directa con ambos. VERTIGO responde a esto, pero expresa también su posición frente a las estructuras industriales abandonadas que fueron responsables de permitir la sustitución del hombre por la máquina muchos años atrás.
La obra está construida por una base de piezas de hormigón prefabricadas hechas a mano, y una estructura de madera formada por piezas cortadas manualmente, sin embargo, a través de un proceso repetitivo, en serie, industrial. ¿Puede existir la contradicción en Arquitectura sin que se convierta formalmente evidente?
El proceso de construcción sigue la misma lógica y se realiza de forma manual, aceptando las imperfecciones y las circunstancias correspondientes a una obra abierta enriqueciendo la brecha entre el proyecto y la construcción. El color rojo que se aplica suavemente a la estructura de madera hace referencia a un carácter simbólico que podría ser leído en significados superpuestos: evidente en una manera particular en su relación con las grúas y contenedores situados junto al río; o como el puente sobre el río más antiguo de Lisboa e incluso las otras estructuras industriales que tienen una fuerte presencia en esta área.
La ambigüedad del color verdadero explora esta y otras relaciones y es gracias a la variación de la luz solar durante el día que cambia definitivamente la percepción del espacio y su entorno. El uso de los elementos de metal negro en el interior pertenece también a esta memoria simbólica pero fragmentada del período industrial en Lisboa durante el siglo XIX.
Todo el proyecto se genera a partir de la pequeña escala mediante la superposición de piezas de madera que permiten una relación directa del todo a las partes, y las partes entre sí y con el todo. El uso de madera de pino nacional y su construcción repetitiva y elemental permite la participación activa de varias manos, lo que reduce de forma exponencial el costo del edificio y al mismo tiempo explora una identidad mutua y una relación más profunda entre el espacio construido y las personas.
El pabellón VERTIGO es de planta rectangular de 12 por 5 metros y se desarrolla en dos niveles generando áreas cubiertas, lugares superiores y espacios abiertos donde se puede percibir la altura original del almacén industrial. Se pretende que la experiencia física del edificio puede enfatizar las características arquitectónicas pre-existentes utilizando elementos de diseño: la entrada se hace por un vano ancho y bajo creando un ambiente de tensión en el espacio, mientras que la salida se realiza a través de una abertura alta y estrecha que monumentaliza la zona de escalada y se convierte al mismo tiempo una ventana privilegiada de los espacios superiores.
La estructura interna del pabellón se enfrenta a las leves adaptaciones en el exterior que revelan la relación inestable de la bodega original, así como de las propias paredes de escalada. Podríamos decir que hay una relación recíproca por la búsqueda del equilibrio.
La escala del proyecto parece ser de alguna manera incierta debido al uso de masivas piezas de madera que se superponen en dirección perpendicular con el fin de generar ciertas relaciones visuales. Por lo tanto hay un carácter austero que contrasta con la imagen transparente, creando una ligera contradicción entre lo visible y la experiencia habitable.
Las piezas de madera están alineadas perfectamente en las superficies interiores, con el fin de dar una cierta calma, mientras que están desalineados en el conjunto de las fachadas exteriores, repitiéndose sin imponerse de manera evidente a algunos de los patrones principales de los muros de escalada. Por lo tanto el espacio posibilita una acción asumiendo que toda la arquitectura tiene un carácter implícito de generación de actos. El acto se convierte en algo definitivamente impredecible con la construcción de esta posibilidad y que vive de forma independiente si esto ocurre o no.
