Como les contábamos hace unos días, en Bogotá se anunciaron los ganadores del concurso público para el diseño del Museo Nacional de Memoria de la capital colombiana, en donde la dupla integrada por las oficinas MGP Arquitectura y Urbanismo (Colombia) y estudio.entresitio (España) se adjudicó el primer lugar entre las 72 propuestas participantes del concurso público.
En esta ocasión, les presentamos la propuesta del equipo de David Delgado Arquitectos, quien obtuvo el tercer lugar en el concurso, buscando "visibilizar el conflicto y visibilizar la memoria" a través de un "recorrido ritual" que cumple una función reparadora, esclarecedora y pedagógica.
Conoce la propuesta premiada en el concurso colombiano después del salto.
Descripción de los arquitectos:
“Entonces la alegría volvió cuando esa mata empezó a nacer [...] Todos tenemos que regar este jardín….”
- Declaración de victimas en documental “No hubo tiempo para la tristeza”.
Se busca visibilizar y experimentar el conflicto y la memoria mediante un paseo pedagógico que pretende reparar y esclarecer. El proyecto es un jardín hecho por y para las víctimas, es un silencio, una pausa para adquirir conciencia sobre nuestro pasado y nuestro futuro.
La invitación es a reconocer en el recorrer.
La experiencia supone ante todo un cuestionamiento en el que debemos hacer conciencia sobre lo que ha pasado en Colombia y debe llevar a preguntarnos: ¿por qué pasó? , ¿por qué lo permitimos? Y ¿cómo debemos garantizar que no se repita?. En ese deambular debemos dejar que hablen las voces que han sido silenciadas por el conflicto armado en una experiencia de silencio, respeto y dignificación orientada a sacralizar la vida en sus diferentes formas.
En esa medida, son dos condiciones básicas las que se deben lograr mediante el proyecto: visibilizar el conflicto y visibilizar la memoria. De la interacción y necesidad de conciliar estas dos condiciones del proyecto surge un recorrido ritual mediante el cual se responde a las tres funciones del Museo.
Función Reparadora: reconocer y dignificar las víctimas en un jardín inaugurado por las comunidades afectadas y re-inaugurado por cada visitante.
Función esclarecedora: Mediante espacios abiertos y públicos independientes pero interconectados que propician la libre manifestación, diversidad y reflexión.
Función pedagógica: Se da mediante un paseo que permite una variedad de experiencias, mientras se reúnen todos los aspectos del programa. Desde el suelo hasta la terraza, el proyecto invita a moverse atravesando las zonas de trabajo para evidenciar diferentes miradas sobre la realidad y propiciando los encuentros entre comunidades, en espacios abiertos llenos de naturaleza que rematan en una terraza que ve el territorio y en la cual se entrega la semilla que debe cultivarse en el jardín ofrecido a la ciudad para culminar el recorrido.
El museo es una narrativa que cada visitante celebra y comienza con las víctimas. Como forma de comunión, el museo debe lograr una constante comunicación. Por esa razón, la técnica[1] debe entonces hablar en un lenguaje común y consciente de la pluralidad. Estas "imágenes primordiales" (siguiendo a Gaston Bachelard) se encuentran todas en el jardín. El jardín en sí mismo es un recuerdo, un anhelo humano, es el edén, el paraíso mítico.
"Una experiencia arquitectónica potente silencia todo el ruido exterior; centra nuestra atención sobre nuestra propia experiencia y, como ocurre con el arte, nos hace conscientes de nuestra soledad esencial"
- J. Pallasmaa. Los Ojos de la Piel.
El sitio se hace un rito.
Se propone entonces en este jardín, generar un espacio que permita hacer una inauguración perenne de la vida por medio de un peregrinaje cíclico que recoge el pasado para representarlo en una idea de futuro que celebre y cuide la vida. Este ritual se crea con la fundación del lugar (antes lote) en una ceremonia en la que víctimas cultivan las semillas con las cuales nace un jardín que se seguirá armando en el tiempo gracias a cada visitante.
Estos serán los encargados de seguir cultivándolo y cuidándolo para que desborde el lote y conquiste las vías que lo circundan, convirtiéndolas en corredores verdes capaces de conectar el territorio mediante espacios emblemáticos que recogen la memoria siguiendo el mismo recorrido del agua que va de los cerros hasta el mar.
El rito se vuelve el sitio.
En un país con una condición social, geográfica e histórica tan fragmentada como la nuestra, se propone una forma de continuidad dada por el vacío que se debe llenar en el tiempo con la vida de dos rituales que componen un mismo peregrinaje de crecimiento en ritmos distintos. Los tiempos cortos experimentados por el cuerpo que se pasea por el jardín, cultivándolo y cuidándolo se contraponen al de los tiempos largos que como sociedad debemos presenciar en el crecimiento y expansión del jardín que unirá nuestra segregada realidad nacional.
Un jardín para la ciudad.
En la discontinua forma del lugar de intervención, el proyecto conecta fragmentos de ciudad en términos espaciales, temporales y eco-sistémicos. La búsqueda entonces es la continuidad.
Continuidad espacial: los barrios y edificios del entorno se vuelven una totalidad integrada por medio de plazas, jardines y paseos.
Continuidad temporal: la desolada noche del sitio actual se pretende convertir en una activa forma de cotidianidad y eventos.
Continuidad de ecosistemas: con el jardín, emerge la arquitectura del paisaje. La intervención paisajista pretende despertar la capacidad del sujeto para percibir la naturaleza como un elemento arquitectónico elemental del proyecto, concibiéndola no solo a través de su valor estético, sino también por su capacidad reparadora en el ser humano y en el medio ambiente mismo.
El eje de la 26, llamado el eje de la Paz, se hace una continuidad en sí mismo mediante la memoria a la que alude este museo y mediante la forma abierta propuesta por el mismo, al retroceder generando un espacio abierto que recibe la naturaleza, la actividad del museo y la presencia de los cerros.
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[1] “La técnica no es un mero medio, la técnica es un modo del salir de lo oculto. Si prestamos atención a esto se nos abrirá una región totalmente distinta para la esencia de la técnica. Es la región del desocultamiento, es decir, de la verdad”. M. Heiddegger, Construir, Habitar, Pensar.
Conoce el resto de las propuestas premiadas aquí.
Arquitectos
David Delgado Arquitectos S.A.S.Ubicación
Bogotá, Bogota, ColombiaEquipo de diseño
Andrés Delgado, Juan Carlos Díaz y David DelgadoColaboradores
Maité Rossien, Juan Sebastián Pérez, Catalina Villabona, Juliana Villabona y Francia VillabonaPremio
Tercer LugarDesarrollo
Fabián Tocancipá, Daniel Bolívar y Carolina ValentierraEquipo administrativo
Pilar MoraPaisajismo
Felipe Villa y Juliana GarcíaRevisión de Estilo y Narrativa
Daniel ClavijoAsesor Estructural
Gustavo CorralesAño Proyecto
2015Fotografías
Cortesía de David Delgado Arquitectos S.A.S.