"La arquitectura de hoy ha perdido el sentido de responsabilidad. La construcción en países en desarrollo de megalomaniacos y altamente publicitados edificios contemporáneos es celebrada como una victoria por los académicos arquitectónicos. (...) Los arquitectos, felices en su mundo de sueños, simplemente no tienen idea de las consecuencias de sus acciones sobre personas cuyos valores y creencias están culturalmente conectados a su entorno".
El siguiente es un extracto del capítulo “9: Fundamentalismo geométrico” del libro “Una teoría de la arquitectura” (2006), por Nikos A. Salingaros y Michael W. Mehaffy. El libro explica las teorías desarrolladas por el matemático y arquitecto Nikos Salingaros -basándose en la tradición arquitectónica y utilizando las más avanzadas teorías científicas- sobre porqué y cómo construir edificios adaptados a las necesidades del ser humano por medio del entendimiento de la estructura subyacente de los elementos “con vida”; en oposición a la caprichosa y alienante arquitectura contemporánea.
* Traducción por Francisco Contreras Chávez
Asalto sobre las culturas tradicionales.
Las naciones industriales occidentales mostraron al mundo una visión arquitectónica de modernidad de post-guerra, que combinaba la prosperidad industrial con una utopía supuestamente racional de arte y ciencia. En algunos casos su influencia fue tan fuerte como para imponer la modernidad por sobre culturas más tradicionales, destruyendo las tradiciones de siglos. Ahora sabemos que esta visión de la modernidad tenía profundas fallas. Como resultado, tenemos que lidiar con una violenta reacción emocional alrededor del mundo. Aun cuando esta reacción es válida, a menudo se transforma en un confundido retorno a formas de tribalismo y fundamentalismo. Nos corresponde a nosotros el rescate y renovación del logro más importante de nuestra civilización: el espíritu de pluralismo y democracia, y las instituciones abiertas y auto-reguladas de la ciencia y el aprendizaje.
El fundamentalismo geométrico es percibido como destructivo por muchos arquitectos y urbanistas humanistas. No siquiera grandes cantidades de teorías de los gurús de la arquitectura pueden ocultar sus implicancias. Estados Unidos, Europa y Japón se identificaron con el estilo Bauhaus después de la segunda guerra mundial, así como lo hicieron muchos otros países en un afán de proyectar una imagen “progresista” al resto del mundo. Su idea de progreso era imitar las formas puras y suaves del parque “Tomorrowland” de Disney World. Rusia eligió sus propios modelos de una arquitectura ampliamente sobre-escalada y des-humanizadora. Las personas en el mundo industrializado que se dieron cuenta de que su patrimonio estaba siendo destruido fueron acalladas por la justificación (errónea) de que estábamos pagando el precio por el progreso tecnológico y la prosperidad económica. La única excepción fue la gente joven – antes de que fuesen atontados por el ambiente construido. Sin embargo las personas en el mundo en desarrollo no aceptan la propaganda oficial: ellos ven que están perdiendo sus antiguos lazos sin obtener ningún beneficio.
De la misma manera en que el fundamentalismo religioso es percibido en occidente como una amenaza a nuestra forma de gobernar democrática, una sociedad abierta y el respeto a los derechos humanos, el fundamentalismo geométrico es percibido por el mundo en desarrollo como una amenaza a la civilización tradicional. Las personas comunes alrededor del mundo no ven al fundamentalismo geométrico como una idea filosófica abstracta – un juego intelectual entre los académicos arquitectónicos y los medios – sino que lo interpretan de acuerdo a sus consecuencias para la sociedad. Las personas lo perciben como un sinónimo de poder económico y militar enorme, de esta manera la arquitectura y el urbanismo contemporáneos son vistos como un ataque industrializado a la trama de sus ciudades, sus redes de conexiones humanas y la ajustada red social que define su forma de vida.
El sistema corporativo de Estados Unidos – y sus extensiones hacia el complejo industrial-comercial global– se ha identificado a si mismo con el fundamentalismo geométrico. No intentamos hacer una crítica a la globalización económica, sino enfocarnos en los efectos visibles de la conexión entre negocios globales y una filosofía de la intolerancia a geometrías más tradicionales. Las personas alrededor del mundo han visto sus tradiciones arquitectónicas y socio-urbanas clasificadas como abstracciones (es decir, practicas no esenciales), y luego dejadas de lado por considerarse primitivas, retrogradas, anticuadas y obstáculos para el progreso. Muchos de aquellos que abrazan el progreso han sido, entonces, adoctrinados en contra de su propia civilización, al mismo tiempo que otros aprenden a odiar a los países que promueven esta filosofía. El ataque no está solamente dirigido a la trama urbana y el entorno construidos, sino que es más grave aún, está dirigido a la trama de la cultura misma.
Las formas de pensamiento que evolucionaron en paralelo con la humanidad, imposibles de separar de la red de interacciones socio-urbanas que definen una cultura en particular, son eliminadas por el fundamentalismo geométrico. Esto es dolorosamente obvio en el caso de la destrucción a gran escala de patrones de viviendas tradicionales, a modo de “renovación urbana”. Los residentes del mundo en desarrollo son separados de sus raíces culturales y forzados a vivir en edificios en altura. Al mismo tiempo, sus gobernantes son seducidos a construir la última rareza arquitectónica (y pagar por ella) – a menudo pero no siempre esta pertenece al fundamentalismo geométrico- de manera de estar “a la moda” de las naciones industrializadas. Las personas ven formas extrañas impuestas en sus ciudades, a menudo en reemplazo de hitos arquitectónicos muy queridos. El hecho de construir sin ninguna consideración ha profanado lugares de valor cultural y arqueológico incalculable. La educación de occidente ha sido exitosa en poner a la elite gobernante y a sus arquitectos en contra de sus tradiciones artísticas y arquitectónicas autóctonas.
La arquitectura de hoy ha perdido el sentido de responsabilidad. La construcción en países en desarrollo de megalomaniacos y altamente publicitados edificios contemporáneos es celebrada como una victoria por los académicos arquitectónicos. Es mostrada en las relucientes revistas arquitectónicas, donde los sabios comentaristas alaban a sus arquitectos (a menudo un arquitecto de un país industrializado). Los “arquitectos estrella” se regodean después de poner otro símbolo de su omnipotencia en el mundo. La realidad del asunto es bastante más oscuro: para muchos, representa un llamado a las armas en contra de una invasión simbólica sobre la cultura tradicional. Grupos de personas sensibles probablemente sientan esto como una afronta a sus sensibilidades, y se prepararán para pelear contra cosas mucho peores por venir. Los arquitectos, felices en su mundo de sueños, simplemente no tienen idea de las consecuencias de sus acciones sobre personas cuyos valores y creencias están culturalmente conectados a su entorno. No son capaces de ver una expresión de dominio occidental codificada en formas arquitectónicas contemporáneas, y ni siquiera considerarían este efecto como real.
Simplificación geométrica versus conectividad.
La ciencia nos puede iluminar al respecto de lo que está ocurriendo, por medio de algunas visiones críticas que ayudarán a acelerar la inevitable crisis del actual paradigma, y así señalar el camino a uno nuevo y más avanzado. La crisis ciertamente está bastante avanzada, ya que las culturas alrededor del mundo instintivamente comienzan a rechazar el modernismo en todas sus formas. Debido a que las personas no entienden como contrarrestar efectivamente la naturaleza deshumanizadora del fundamentalismo geométrico, tienen reacciones que apuntan en muchas direcciones al azar. Afortunadamente, hay una alternativa a esto, combinar lo mejor de la ciencia con lo mejor del arte tradicional. No tenemos más opción que construir un nuevo tipo de sociedad - una que sea posmoderna, sí, pero que articule nuevos principios “conectivistas”, combinando la sabiduría de la historia y de las culturas tradicionales con los últimos adelantos de la ciencia y las matemáticas.
La idea central de la conectividad – la cual se opone a la sobre-simplificación geométrica - es una rasgo fundamental de la buena estructura y la buena arquitectura. Esto se relaciona a la idea de una red, una estructura de conexión que es lo contrario de simples abstracciones. La conectividad es el resultado de nuevos descubrimientos geométricos en la estructura fractal, procesos iterativos, propiedades emergentes, etc. Las estructuras naturales y biológicas aparecen de las interacciones complejas de muchos elementos en diferentes escalas (ya sea más grandes o más pequeñas). Los organismos, las creaciones inconscientes de los seres humanos, y los grandes logros arquitectónicos del pasado son todos fractales, complejos, e internamente conectados en un nivel increíble (ver capítulos 5 y 6 de este libro).
Tales estructuras exhiben muchas de las propiedades conectivas de las estructuras naturales, las cuales solo recientemente han sido descritas por el análisis matemático. Estas incluyen: la generación iterativa de formas complejas utilizando procesos y patrones basados en reglas simples, la repetición fractal de formas y texturas a distintas escalas pero manteniendo su relación, la variada adaptación de muchos elementos a un patrón biológico complejo, la aparición de un patrón general de coherencia, y la belleza a partir de elementos relativamente autónomos operando en respuesta simple y directa al ambiente.
Los invito a mirar la geometría de los edificios o ciudades analíticamente, como una estructura matemática pura. Las relaciones conectivas, el posible número de caminos entre unidades y la realidad pública definen la “vida” en la estructura construida. Los ambientes vivos – los cuales experimentamos como “vivos” con nuestros sentidos y en un nivel emocional profundo, y en los cuales nos sentimos más “vivos”- exhiben las características estructurales clásicas de una red (Salingaros, 2005). Las superficies conectan directamente con el usuario, y entre ellas por medio de innumerables simetrías y parecidos matemáticos. Los edificios están físicamente conectados en el sentido visual a través de un proceso iterativo que produce intensa variedad con una notablemente limitada paleta de materiales y formas. La estructura completa es ricamente conectiva en muchos niveles de escala.
La diferencia con lo que construimos actualmente es chocante. Las imágenes tienden a ser generadas por una gran abstracción impuesta sobre el sitio- el mayor acto de fundamentalismo geométrico. La geometría exterior de cada edificio es igualmente rígida y absoluta- asemejando a conceptos relativamente simples como la línea, la trama y el plano. Las relaciones de conexión son restringidas fuertemente por las geometrías simples, fundamentales y extrañas que son impuestas. Un resabio del modernismo temprano.
La suposición central del siglo veinte fue la creencia de que la estructura geométricamente simple es más sofisticada y moderna que cualquier cosa construida previamente. Ahora sabemos que la realidad es totalmente opuesta. El prodigio tecnológico no debe ser confundido con el avance cultural. Ahora nos corresponde a nosotros el uso de este conocimiento para crear (o recrear para nuestra época) una arquitectura más conectiva.
* Revisa la primera parte de este artículo y lee más artículos de Nikos Salingaros aquí.