"El fundamentalismo geométrico es definido como la apropiación indebida de formas geométricamente simples como una tipología esencial para el ambiente construido. Esto influencia no solo a un nivel de gran escala, sino que determina los detalles de nuestro ambiente de todos los días en un grado increíble. Los rascacielos enormes, sin siquiera tomar en cuenta su forma, son una expresión de fundamentalismo geométrico debido a su escala inhumana".
El siguiente es un extracto del capítulo “9: Fundamentalismo geométrico” del libro “Una teoría de la arquitectura” (2006), por Nikos A. Salingaros y Michael W. Mehaffy. El libro explica las teorías desarrolladas por el matemático y arquitecto Nikos Salingaros -basándose en la tradición arquitectónica y utilizando las más avanzadas teorías científicas- sobre porqué y cómo construir edificios adaptados a las necesidades del ser humano por medio del entendimiento de la estructura subyacente de los elementos “con vida”; en oposición a la caprichosa y alienante arquitectura contemporánea.
* Traducción por Francisco Contreras Chávez
Fundamentalismo geométrico
Los profesionales de la arquitectura y el urbanismo del siglo XX han adoptado una filosofía de diseño en cuanto a las formas geométricas, que puede ser vista como dogmática. Los diseñadores post-industriales aplicaron a propósito abstracciones geométricas al ambiente construido, las cuales han eliminado efectivamente las antiguas tradiciones de diseño y construcción, y con ellas la red vital de cultura urbana en la sociedad. La introducción de tales abstracciones a principio de siglo veinte tuvo consecuencias catastróficas para el tejido urbano de nuestras ciudades, y para las cualidades humanas de los edificios. Por medio de la identificación de la esencia matemática de aquellas creencias, es posible comprender la extensión del daño hecho, y sentar las bases para una mejor arquitectura en el futuro.
El fundamentalismo geométrico es definido como la apropiación indebida de formas geométricamente simples como una tipología esencial para el ambiente construido. Esto influencia no solo a un nivel de gran escala (por ejemplo en el trazado de una trama urbana y los volúmenes generales construidos), sino que determina los detalles de nuestro ambiente de todos los días en un grado increíble. Los rascacielos enormes, sin siquiera tomar en cuenta su forma, son una expresión de fundamentalismo geométrico debido a su escala inhumana. Esto es muy problemático debido a que por lo general se elimina las escalas más pequeñas.
Sostenemos que el orden y la belleza añadidos a la sobre-simplificación geométrica es de una naturaleza artificial y aislante, y genera una forma de alienación ambiental para nuestras comunidades. La gente común intuitivamente percibe la arquitectura y el urbanismo contemporáneo como desconectado y opuesto a los valores tradicionales humanos que ellos consideran sagrados. En el mundo industrializado, la degradación del núcleo de las ciudades generó una oportunidad para reemplazar la trama urbana tradicional por bloques geométricos abstractos (es decir, modernistas). Como reacción a esta destrucción de la trama urbana se produce: introversión, estilos de vida antisociales, y el posterior retiro hacia los suburbios. En el mundo en desarrollo, esto conlleva a un ferviente resentimiento (cuya causa no es necesariamente detectada) en contra de los países que son vistos como líderes de este proceso destructivo, lo cual puede ser percibido como un asalto hacia las culturas tradicionales de parte de las naciones industrializadas.
Los volúmenes más simples son la esfera, cilindro, cono, pirámide, cubo, mientras que la losa rectangular o la columna cuadrada son preferidas para los rascacielos. Frecuentemente escuchamos a tales estructuras definidas como “esculturales”, lo cual es erróneo. Los diseñadores de principio del siglo XX, en su búsqueda de una forma de la “era de la máquina”, copiaron las formas puras y lisas de las máquinas, las cuales eran a su vez la expresión de una estética pura y lisa muy popular en ciertos círculos en ese momento. Esto a su vez influenció a más formas industriales, las cuales después alimentaron el diseño arquitectónico, y así. Una retroalimentación auto-referente entre el diseño industrial, la arquitectura y el arte liga la “estética de la máquina” de los años 20 a las formas modernistas. Esto tiene poco que ver con la escultura como fuente de emociones humanas positivas, lo cual aplica solo a esculturas que ya satisfacen esta estética. Edificios que imitan a volúmenes básicos pueden ser considerados como “esculturas” solo dentro de la estética acotada que ellos mismos definen.
Por otra parte, las esculturas son estructuras de las bellas artes que son creadas para llegar a un observador. Esta concepción de la forma vista o “percibida” es solo un aspecto de la arquitectura, pero un aspecto que ha llegado a tener un control completo sobre la creación de edificios. La premisa de la arquitectura como un recipiente de vida, que se acomode a las necesidades de los seres humanos para que conecten unos con otros y con la naturaleza en un patrón complejo, está profundamente perdida entre esta esteticización de ideas utilitarias. Filósofos y sicólogos indican que nuestra experiencia del ambiente construido depende de la interacción con aspectos de la vida más profundos que los que podemos notar solo con la experiencia consciente. Aun así la arquitectura en nuestro tiempo está reducida a una especie de escultura minimalista gigante en la cual los seres humanos deben vivir involuntariamente.
La calidad de las superficies impacta profundamente en la forma en que las personas perciben e interactúan con los edificios y el ambiente urbano. Una obsesión por las geometrías puras y lisas nos separa abruptamente del entorno haciéndonos imposible conectar con él por medio de nuestros sentidos. De esta manera el significado es sustraído del ambiente construido por medio de la eliminación de información codificada en el diseño de superficies, el cuál históricamente ha servido para conectar al individuo con las estructuras por medio de asociación mental. Uno de los principales medios por el cual los seres humanos se relacionan a su mundo es eliminado.
Competencia religiosa
Estas prácticas representan una competencia a muchas religiones, por medio de la negación de su expresión arquitectónica (no solo en edificios religiosos, sino denegando la complejidad organizada en todo el entorno construido). Estas se oponen al principio básico para conectar al individuo al universo- por lo tanto a dios- a través del color, diseño, escultura y caligrafía. El fundamentalismo geométrico niega las conexiones sensoriales. Con su insistencia en las superficies homogéneas que muestran la menor cantidad de información, cuestiona la eterna validez de obras maestras arquitectónicas que también son poderosos símbolos de fe. Por ejemplo, templos, mezquitas e iglesias que entregan un significado por medio de esculturas poli-cromáticas, patrones de cerámicas, relieves, frescos y mosaicos son todos rechazados. En palabras de Le Corbusier: “La decoración es solo de un nivel sensorial y elemental, así como el color, y le acomoda a razas simples, campesinos y salvajes” (Le Corbusier, 1927: página 143). El parecía no saber que los edificios de la Acrópolis de Atenas, a los cuales profesaba profunda admiración, estaban originalmente pintados con contrastantes y brillantes colores.
El fundamentalismo geométrico también prohíbe la utilización de la palabra de dios (y su nombre) en entornos arquitectónicos. La caligrafía islámica clásica constituye una forma importante de arte que siempre ha jugado un rol central en la arquitectura. La escritura arábica, con sus ricas variaciones en cada trazo, se presta aún más que las letras latinas o griegas para la conectividad visual por medio del uso de escalas internas. La información almacenada de la caligrafía ornamental islámica sobre superficies arquitectónicas escapa al entendimiento de la mayoría de los no-musulmanes. Las personas que entienden el lenguaje y respetan su contenido conectan inmediatamente al edificio a través de los mensajes del texto, el cual establece una conexión emocional profunda con el individuo. Aquellos que no pueden leer el texto solo pueden imaginar el poderoso significado que proyecta en una estructura construida. Todos podemos ver el increíble grado en el que la caligrafía adquiere significado, solo en términos de diseño. Esto también es cierto para la caligrafía china y japonesa.
Ya por el hecho de que el fundamentalismo geométrico compite de lleno con las expresiones religiosas a través de estructuras construidas y el contenido de información de las superficies, se le podría calificar como una especie de movimiento religioso. Definitivamente posee sus propios preceptos morales, por ejemplo admite libremente que el brutalismo (el uso de superficies de cemento en bruto) está fundamentado en conceptos más éticos que estéticos. Su dogma insiste en que la arquitectura “honesta” no debería ocultar su estructura: sin embargo la “honestidad” arquitectónica nunca es definida, y tampoco las razones de porque el brutalismo tiene algún valor. En vez de eso, se nos ofrecen argumentos en términos de otras partes del dogma. Incluso los primeros modernistas, quienes eran sinceros en sus intentos de mejorar a la sociedad a través de una nueva arquitectura, no notaron las consecuencias negativas.
Las culturas tradicionales tienen un sentido religioso mucho más fuerte que las actuales naciones industrializadas, y están aterradas por la idolatría implícita en el fundamentalismo geométrico. Los arquitectos contemporáneos adoran sus abstracciones geométricas, y están listos para defenderlas con sus vidas profesionales (en su intento de compartir su visión, ellos imponen estos ideales sobre los ocupantes de estos edificios). Aun cuando este tema casi nunca se discute, el apoyo casi fanático de los arquitectos a las abstracciones geométricas representa una creencia en algo mucho más allá que el simple estilo arquitectónico. Las personas no-arquitectas podrían pensar que esto es simplemente un asunto de métodos eficientes de construcción, la presión de una nueva economía, o la manifestación de un nuevo gusto en la población global; la verdad está más cerca de una competencia por la sobrevivencia entre creencias básicas. La religión es proyectada en forma del ambiente construido a través de complejidad organizada, pero el fundamentalismo geométrico no permite ninguna expresión más que la propia.
El historiador de la arquitectura británico James M.Richards traiciona las aspiraciones religiosas de los primeros modernistas a través de sus palabras: “el evangelio que los Nazis trataron de eliminar ahora tiene profetas en ambos lados del Atlántico, y Estados Unidos repentinamente se convirtió en un lugar con una notable energía arquitectónica”. (Norwich, 1987: página 233). Criticando injustamente a los arquitectos italianos de post-guerra, el compara la preocupación social en la que todas las religiones (ya sean genuinas o falsas) basan su atractivo, con una intolerancia con la deserción que caracteriza a los cultos fanáticos y a las peores eras de la religión organizada: “luego, como en el último tiempo, sin embargo, la arquitectura italiana sufrió, comparándola con la de otros países europeos, del fracaso italiano de darle a los programas de los edificios una relación con las prioridades sociales. También había una tendencia hacia el alejamiento intencional de la ortodoxia.” (Norwich, 1987: página 242).
Muchos arquitectos creen que una forma geométrica simplificada tiene el poder de mejorar el bienestar social y moral de la población. Ellos creen tan profundamente este precepto que no permitirán cuestionamiento alguno. A los estudiantes de arquitectura a menudo no se les enseña a explorar las hipótesis en las que se basa ninguna teoría del diseño. Tampoco pueden probar sus hipótesis sobre el mundo y diseñar en escala real. Un conjunto de simples creencias, fundadas en una autoridad arquitectónica basada en medios de comunicación, son las que rigen el diseño. Ya que las reacciones del usuario final ni siquiera pueden ser previstas, estas asumen una importancia menor en el diseño contemporáneo. Basada en estrictas leyes geométricas, esta metodología es similar a la ficción religiosa, la cual es juzgada por su propia validez existencial. Una ficción es un principio creado que es justificado simplemente por sus efectos. La sociedad se mantiene unida en base a ese tipo de ficción, la cual intenta contra-restar las realidades humanas del egoísmo, codicia, violencia, etc. Sin embargo es un error pensar que la geometría – y en particular una geometría de la desconexión– pueda proveer tal cohesión.
Un indicador de cuan cerca el fundamentalismo geométrico está del fundamentalismo religioso es como este reacciona a los errores. Los responsables del fundamentalismo geométrico no pueden evitar ver los efectos nefastos que la imposición de este tiene sobre la sociedad humana, en la forma en que las personas son alienadas del ambiente construido y alejadas de sus tradiciones. Sin embargo, la reacción mecánica de los arquitectos es lamentar el “no haber sido suficientemente puros; nuestras falencias arquitectónicas vienen de nuestro alejamiento del camino verdadero”. El adoctrinamiento ha implantado a la creencia fundamentalista central de las formas y superficies geométricas puras como la única dirección posible de pensamiento.
* Lee más artículos de Nikos Salingaros aquí.