Patagonia Virgin es un proyecto inmobiliario de 200 hectáreas en un magnífico paisaje del sur de Chile en la bahía de Punta Larga de Frutillar y recientemente convocó a un concurso privado entre 10 arquitectos chilenos para definir los futuros diseños de las Country Homes.
El jurado compuesto por el arquitecto Yves Besançon y el paisajista Juan Grimm -además de otros representantes del proyecto inmobiliario- eligió como ganadores a los proyectos de los arquitectos Felipe Assadi, Marianne Balze, Alejandro Beals y Juan Sabbagh, cuyas propuestas serán construidas en agosto próximo.
Revisa los proyectos ganadores después del salto.
Los cuatro proyectos seleccionados pasaron ahora a la etapa de desarrollo final, el cual debería durar aproximadamente 60 días para comenzar la construcción de las viviendas en agosto de 2014. El proyecto final de Patagonia Virgin considera la construcción de casas, hoteles, centros de convenciones, centros comerciales, infraestructura para deportes acuáticos y un centro ecuestre, además de 150 hectáreas de bosque nativo, con rutas de senderismo y miradores que permitirán la realización de expediciones de trekking y paseos a caballo.
Memoria del proyecto de Alejandro Beals: el proyecto se plantea como una secuencia de umbrales de luz y sombra, cada uno con una característica espacial propia.
Al entrar al sitio desde el camino del loteo se atraviesa una hilera de castaños de la india, un primer umbral marcado por el follaje y sombra de los árboles. Los estacionamientos se sitúan cerca de la entrada, ya que interesa construir una cierta distancia – espacial y temporal – con el mundo de la calle y los autos. Una pasarela de madera en bruto, que se separa progresivamente del terreno, construye un segundo umbral rodeado de cerca por arbustos y helechos de baja altura. Su aroma y colores marcan el primer contacto con el lugar. Mas atrás, arrayanes y otros árboles nativos ocultan parcialmente la casa. La aproximación a ella es tangencial, entendiendo su estructura y largo total.
Para entrar a la casa es necesario pasar por una pieza de conexión, un último umbral que funciona como una exclusa donde es posible dejar botas, chaquetas, paraguas. Un lugar en penumbras que permite después, percibir con intensidad la luminosidad interior de la casa, donde la calidez de la madera de laurel lo envuelve todo. Una vez adentro la sensación es similar a las de las galerías de las casas del sur, una situación intermedia entre interior y exterior, que permite no sólo situarse frente al paisaje, sino que sentirse en el paisaje. Proponemos no una casa ‘con galería’, sino que una ‘casa-galería’.
Una vez que los ojos se adaptan a la luz aparece la dimensión total del espacio, continuo y cubierto por una estructura de madera que se levanta hacia una fuente de luz cenital. En este espacio flota otro recinto, una plataforma que permite estar inmerso en esa estructura y, finalmente, olvidar la rapidez e intensidad de la ciudad que se dejó atrás.
