
"Andamios Vivos" es el nombre de la propuesta seleccionada para representar a Perú en la 19ª Exposición Internacional de Arquitectura – La Biennale di Venezia. Curada por los arquitectos Alex Hudtwalcker, Sebastián Cillóniz y Gianfranco Morales, junto con el historiador José Ignacio Beteta, la exhibición cuenta la historia de una balsa de totora que, en 1988, emprendió un viaje marítimo hacia otros puertos de Sudamérica y Polinesia. Su expedición sin precedentes comenzó en la costa peruana al sur de Lima y duró 54 días en el mar. La balsa fue el resultado de un esfuerzo colectivo, artesanal y un desafío estructural significativo. La exhibición tiene como objetivo resaltar la importancia del conocimiento ancestral para enfrentar tales desafíos, celebrar materiales esenciales para el patrimonio cultural peruano y exponer el valor de la inteligencia colectiva.

La balsa de totora presentada en la exhibición nacional peruana fue construida en una playa al sur de Lima. Su construcción tomó varias semanas, involucrando a decenas de artesanos calificados y grandes atados de totora, madera y cuerdas de cáñamo. La totora es una planta perenne común en los pantanos y lagunas de Sudamérica, con tallos erectos que oscilan entre uno y tres metros de altura, dependiendo de la especie. Se ha utilizado durante mucho tiempo en la construcción nativa en América Latina, principalmente para techos y paredes. Para construir la balsa, los artesanos aplicaron conocimientos ancestrales aymaras sobre la construcción con totora, ensamblando finalmente una balsa de 20 metros de largo y 10 toneladas bajo la guía de ocho artesanos aymaras. Central a este esfuerzo colectivo fue un monumental andamio de madera, que da nombre a la exhibición.

El equipo curatorial establece un paralelo entre este evento histórico y el ejemplo vivo de las islas flotantes de los Uros en el lago Titicaca. Construidas a 3.800 metros sobre el nivel del mar, estas islas están hechas principalmente de totora y son testigos vivos de técnicas ancestrales y conocimiento indígena. Los curadores presentan estas técnicas de construcción como un sistema arquitectónico cíclico que se renueva continuamente, enfatizando su adaptabilidad como un valor contemporáneo. Tanto la balsa como las islas, sujetas a la descomposición natural, dependen de estructuras auxiliares ligeras, materiales y herramientas. Las islas requieren marcos de soporte para permanecer ancladas durante la construcción, así como el andamio de madera fue necesario para ensamblar la balsa. Esta estructura permitió a los artesanos, voluntarios y exploradores moverse por encima y por debajo de la balsa, ajustando sus componentes.
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El reconocimiento de materiales ancestrales y estrategias de construcción es parte de la discusión continua sobre soluciones para abordar el cambio climático. Como señala Julio Vargas Neumann, los sistemas de construcción en tierra pueden, en algunos casos, superar la durabilidad del concreto contemporáneo. Otros sistemas, como la construcción con bambú, métodos de enfriamiento tradicionales, y arquitecturas fuera de la red, ofrecen alternativas valiosas para prácticas de construcción más sostenibles. Varios pabellones en la Bienal de Venecia de este año también reflexionan sobre estrategias de construcción futuras, incluyendo el Pabellón Francés, que presenta una estructura ligera construida con materiales reutilizados, y el Pabellón Danés, que explora la reutilización y la ingeniosidad como prácticas arquitectónicas.