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Arquitectos: Miguel Ortego
- Área: 550 m²
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Fotografías:Gustavo Frittegotto, Miguel Ortego

Componer el vacío. El lenguaje arquitectónico está constituido por conceptos que nos sirven para producir formas.



Lenguaje y concepto. Todo lenguaje se basa en una relación entre conceptos. En arquitectura, los conceptos nos sirven para designar los deseos y necesidades que conforman un problema y nos permiten generar una FORMA para resolverlo. Cuando hablamos de espacios, el VACÍO entra inmediatamente en juego. Éste se entiende como aquella materia que queda intacta y que permite la experiencia de habitar. La idea principal es lograr un VACÍO central amontonando el programa funcional pedido por el cliente como si de elementos contenedores independientes se tratase. Este concepto elabora una forma diagramática que consiste en organizar todas las piezas funcionales alrededor de ese ESPACIO VACÍO.

Configuración y forma. La configuración de la casa surge de tener todos los espacios pedidos por el comitente, recortados en papel y en volúmenes por separado e independientes como piezas de un rompecabezas y jugar a relacionarlos unos a otros generando posibles conexiones, vínculos, recorridos, visuales y circulaciones. En un terreno terminado en cuña por ser una esquina aguda, la casa se arrincona sobre el único ángulo recto, entre la medianera y su frente. Hermética al exterior urbano de manera de no poder descifrar qué sucede en su interior, además de cubrirse de un frente sur de unos cuantos kilómetros de pampa apenas bloqueados por una delgada línea de coníferas.


Programa y necesidades. El pedido era sencillo, "un espacio común" grande con estufa, cocina semi-integrada, espacio para asados, 3 espacios para dormir en planta alta, suite con terraza, lugar para entrenar, otro para exponer camisetas y guardado de coches. Todos esos lugares se identifican como acciones en piezas que se podían agrupar, solapar, yuxtaponer, apilar; y pasarían a ser concebidos desde el inicio del proceso como contenedores individuales.
