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Arquitectos: Beltrán Miceli Arquitectos
- Área: 1290 m²
- Año: 2024
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Fotografías:Chhaynn
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Proveedores: Alucortinas, JPA

Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto se concibe como un entorno donde la arquitectura se convierte en una herramienta de aprendizaje, fomentando la curiosidad, la creatividad y el bienestar de los niños.

La volumetría del edificio y las formas geométricas, como las distintivas ventanas circulares, crean un lenguaje visual único que estimula la imaginación infantil. Los amplios cerramientos vidriados permiten que la luz natural inunde el interior, destacando la transparencia y la conexión visual entre los distintos espacios y el entorno natural circundante, logrando que el espacio se sienta abierto y fluido.

El corazón del diseño es la gran plaza central en doble altura rodeada de vegetación integrada y bañada por la luz natural que entra a través de los lucernarios, que actúa como un punto de encuentro y socialización. Este espacio no solo conecta todas las áreas funcionales del edificio, sino que también ofrece un entorno donde la naturaleza y la arquitectura conviven en equilibrio, promoviendo un sentido de pertenencia y tranquilidad.



Los interiores son flexibles y adaptables, permitiendo configurar las aulas y espacios comunes según las necesidades pedagógicas. Además, el edificio incluye sectores de refugio cuidadosamente diseñados, que ofrecen a los niños un ambiente más íntimo para momentos de calma o concentración. Los colores vivos y los materiales cálidos añaden dinamismo y energía, mientras que los elementos naturales refuerzan un ambiente acogedor y estimulante.


Este proyecto no solo se concibe como un simple espacio educativo, sino como una experiencia arquitectónica única diseñada para inspirar a los niños a aprender y crecer de manera integral. La interacción con la luz, las formas y los materiales no solo fomenta el aprendizaje, sino que también les enseña a los niños a disfrutar del espacio y de su entorno. De esta forma, se crea un ambiente que no solo es funcional, sino también lúdico y educativo, demostrando cómo la arquitectura puede influir positivamente en el desarrollo infantil, proporcionando un entorno estimulante, equilibrado y armonioso que contribuye al bienestar y la creatividad de los niños.
