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Arquitectos: IUA Ignacio Urquiza Arquitectos, apda Ana Paula de Alba
- Área: 100 m²
- Año: 2023
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Fotografías:Rafael Gamo, IUA Ignacio Urquiza Arquitectos
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicado en la colonia Juárez, en la Ciudad de México, NINYAS es un pequeño restaurante donde se cocinan tacos de rib eye que se acompañan con sake. La idea de este lugar nació del gusto de un padre y su hijo por atender a quienes los visitaban en casa y extender eso a más personas. Les encantaba invitar, dar una rica comida y pasar un buen rato.
En su casa había varias habitaciones destinadas a eso, y tenían en común que las mesas eran más bien barras, siempre equipadas con una plancha. En torno a ellas se organizaba el convivio. Ahí, los anfitriones y sus amigos buscaban perfeccionar su famoso taco de rib eye en tortilla de harina. Convertir esa experiencia en un restaurante fue un sueño que estuvo presente desde el principio; era parte de la conversación familiar. Después de muchos años, el proyecto se materializó cuando el mismo grupo de amigos que probaron la receta y la experiencia se juntaron para hacerlo realidad.
Ésta es la historia que dio origen al diseño de un espacio. Un proyecto que se propone materializar el concepto culinario y de hospitalidad a través de la arquitectura y el diseño de interiores, en este caso, mediante la intervención de un local de 100 metros cuadrados situado en la planta baja de un edificio de los años cincuenta. El objetivo: reflejar las dos tradiciones culinarias que le dan vida, teniendo en mente su propio origen.
En NINYAS se fusionan México y Japón: dos culturas muy diferentes que, sin embargo, muestran similitudes en algunas costumbres y en la gastronomía. Para encontrar y plasmar en el proyecto los elementos necesarios, analizamos tendencias presentes en la Ciudad de México y Tokio, en la vida de las calles y en los materiales que se encuentran en el entorno de las cocinas y los puestos callejeros.
Por ejemplo, las barras de sushi y las planchas de teppanyaki, fabricadas con materiales reflejantes, nos evocan las fondas mexicanas de comida corrida, los lugares típicos de la cocina mexicana o las taquerías y sus mesas altas y barras. Pensamos también en materiales cálidos, como la madera, y nos llamaron mucho la atención las lacas japonesas, las talaveras mexicanas y sus brillos, reflejos y colores, así como la iluminación: reflejos de luces y sombras, y los parteluces o biombos ligeros para dividir ambientes.
Para simplificar la intervención, recurrimos al uso de un material predominante: el acero inoxidable, que es frío y reflejante. Con paneles de 1 x 3 metros se recubrieron los muros perimetrales y también se diseñaron los muebles y equipos de cocina, así como las tres barras de los comensales, que son mesas altas y compartidas, y que componen el área principal. La sensación al entrar al restaurante es como la de llegar a una cocina, lo cual se refuerza con el piso epóxico antiderrapante color ocre.
Paradójicamente, el acabado neutro y frío constituye el elemento que llena de color y vida el espacio, pues en él se reflejan, de forma difusa, cada uno de los usuarios y todo lo que sucede en su interior. En esta área, comer y convivir son las actividades principales. Para acompañar el acero inoxidable, en el proyecto coexisten tres elementos de materialidad opuesta y contrastante. En el mezanine, un pequeño y cálido bar, de pisos, muros y techos de madera. El librero utilitario que divide la cocina de donde se sientan los comensales, sin aislarlo; el pase de los platillos hacia y desde la cocina, y para guardar la vajilla, los cubiertos, las botellas y los utensilios.
El tercer elemento lo constituyen los bancos diseñados específicamente para este proyecto. Hechos de madera maciza de roble natural y con planta redonda, se diferencian del resto de los elementos y suavizan la relación espacial en el conjunto. Los posapiés de acero inoxidable los integra directamente con la propuesta, además de permitirle al usuario instalarse con toda comodidad. Un puente de acero inoxidable comunica las escaleras con el mezanine. Ahí, la parte alta del librero se transforma para funcionar como la cava de sake. Y, por último, la fachada, compuesta por seis hojas de cristal pivotantes y plegadizas, brinda múltiples opciones de confort y conexión entre el exterior y el interior. Física y visualmente, esta gran puerta integra el salón con la banqueta, la vegetación y los peatones.