Descripción enviada por el equipo del proyecto. LuMa es un proyecto arquitectónico que se desarrolla en torno a un imponente roble centenario, enraizado en el corazón de un lote entre medianeras en Martínez. La orientación del terreno resulta ser compleja, dado que el norte se encuentra en la fachada principal, donde los propietarios buscaban maximizar la privacidad.
En base a estas premisas, se inició un profundo debate acerca de cómo establecer una conexión armónica tanto con el roble como con la luz natural. La dinámica de la luz, una variable con la cual estamos familiarizados y acostumbrados a trabajar, nos brindó pautas claras sobre cómo abordar el diseño de la vivienda en relación con el ciclo solar. No obstante, el desafío más trascendental radicaba en cómo establecer una relación significativa con el árbol. ¿Debíamos contemplarlo, admirarlo, explorarlo? Y, de ser así, ¿desde qué ángulo? ¿En su entorno inmediato o elevando la mirada hacia su imponente altura?
Tras un exhaustivo análisis, llegamos a la conclusión de que todas estas posibilidades ofrecían un rico abanico de oportunidades que deseábamos explorar en su totalidad. Comprendimos que nuestro vínculo con el venerable roble se manifestaría en múltiples sentidos. Al aproximarnos a la casa desde la calle, nos encontramos con una fachada ciega, donde en su cubierta se configura un parque en pendiente, y desde el centro del mismo emerge majestuoso el imponente roble, desafiando cualquier lógica convencional.
Al cruzar el umbral de la puerta de entrada, nos recibe un patio circular con el roble en su centro, generando una atmósfera de emocionante contemplación. En este preciso instante, la arquitectura desvela un recorrido, una viga que se origina en la planta baja y envuelve al roble desde el nivel cero, ascendiendo hasta alcanzar el segundo nivel y configurando una espiral armoniosa a su alrededor.
La luz, siempre ingresando desde este punto cardinal, favorece la danza de las hojas del roble, permitiendo una mayor entrada de luz durante el invierno y resguardando el interior en los cálidos días estivales.
Como culminación de esta experiencia, se plantea un recorrido que parte desde el estar de la casa y, evitando el primer piso (el cual corresponde a la zona privada de la vivienda), culmina en un jardín situado en lo más alto de la copa del roble, ofreciendo una vista panorámica hacia un horizonte lejano.