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Arquitectos: Buzzo Spinelli
- Área: 1322 m²
- Año: 2023
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Fotografías:Aldo Amoretti
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Anidado en el corazón de la milenaria ciudadela de Bonifacio, la guardería Montlaur forma parte del patrimonio militar, geológico y sedimentario de la ciudad. Bordeado por muros, pasajes y fortificaciones, el altiplano de piedra caliza da la bienvenida hoy a una nueva capa de su historia. Las ciudades siempre han sabido reconstruirse. El antiguo distrito militar de Montlaur no es una excepción y acaba de abrirse a su reconversión. Tres molinos de viento de piedra caliza se erigen en el paisaje. Con estas torres genovesas, se enfatiza la poderosa fuerza física. El símbolo del claustro se destaca y, con su forma cuadrilátera, alberga en su guarida un jardín interior bordeado de galerías.
El hormigón de cal, un material experimental, hace referencia a la identidad de la ciudadela y sus murallas. Como el hormigón romano, sin cemento ni refuerzo, perpetúa el fenómeno de la estratificación geológica. El apisonado apretado y artesanal recuerda la rugosidad y los lechos horizontales del acantilado calcáreo. La composición de los hormigones se probó minuciosamente, se crearon prototipos y se ajustó para obtener el rendimiento y la estética adecuados. El resultado final integra los áridos calizos del emplazamiento y el aglutinante de cal, que constituye el ADN de la ciudad y se fabricaba antiguamente en los hornos de cal de la campiña bonifaciana.
La guardería Montlaur crea una poderosa relación física y cromática con el sitio en el que está anclada. El sitio es como un territorio de experimentación con las herramientas utilizadas, las técnicas implementadas y la coordinación entre albañiles, ingenieros e incluso especialistas en cal. Las aplicaciones ancestrales probadas, combinadas con un enfoque científico, estuvieron en el corazón de la estrategia de fabricación. El hormigón de cal apisonado en encofrado de madera, la cubierta de pizarra genovesa e incluso los trabajos de madera de pino laricio (pino endémico de Córcega) destacan la cadena corta y la historia genovesa de la ciudad.
Al mismo tiempo, estos bienes conllevan su propia cuota de complejidad en la aplicación de técnicas artesanales y materias primas que, a su vez, no encajan en ninguna lógica económica actual. Sin embargo, la ausencia de transporte, importación o extracción de materiales constituye una economía a favor del trabajo tradicional. Rescatar estas técnicas elementales y ancestrales, como la configuración del espacio, la materialidad, el grosor de la fachada o la inercia de la construcción, permite volver a ofrecer opciones prometedoras de refrigeración por aire energéticamente eficiente.
Estos procesos se complementan con espacios con dos fachadas -que dan a la ciudad por un lado y al patio interior por el otro-, así como con la instalación de pozos mediterráneos, el sistema de calefacción por suelo radiante basado en una caldera de pellets de madera, paredes de ladrillo con enlucido de cal, aislamiento y contraventanas biosostenibles. El microclima del jardín interior completa la composición pasiva del volumen con su césped y sus moreras, que garantizan el confort térmico al aire libre, generando sombra en verano y dejando pasar la luz en invierno. Estas aplicaciones pasivas dejan de estar determinadas por los sistemas mecánicos y vuelven a formar parte de los fundamentos de la arquitectura, centrados específicamente en el confort térmico del cuerpo humano.