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Arquitectos: inN arquitectura
- Año: 2023
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Fotografías:Manolo Espaliú
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Es vox populi que La Posada es la casa más antigua de Galaroza, pero nadie conoce su antigüedad real. En 2012 fue el emplazamiento elegido por inN arquitectura para su estudio y residencia, dando así inicio a la etapa más reciente en la centenaria historia de este caserón serrano.
Un espacio en el que habitar y trabajar se presta, cuando el oficio es el de arquitecto, a una reflexión sobre los procesos detrás de lo creativo y lo cotidiano, así como las transferencias entre ambos. En todo momento quisimos evitar cesuras, aunque la dualidad fuera clara, nos decantamos por espacios ambiguos en las zonas de tangencia. En planta, las zonas de trabajo, de orientación transversal, se cruzan con las domésticas, claramente longitudinales, por su orientación al corral.
Para este propósito La Posada resulta ser el continente idóneo. Su diversa espacialidad, desde lo más recóndito de la bodega, hasta la desnuda materialidad del doblado, es materia prima para la exploración y el hallazgo. Encontrar un uso a todos sus espacios condujo a una reflexión sobre el proceso creativo, tanto en sus automatismos como sus estados de ánimo. En ejercicio de introspección se desmenuzan los pasos que van desde la comunicación del encargo hasta la exposición de resultados. Incluida la siempre saludable práctica de una ocupación llevadera que amenice la mente, en este caso la horticultura. Y entre todo ello, presente y tenaz, se entreteje la vida. De nuevo La Posada nos da el pie. Un luminoso corral atrae vigoroso las estancias residenciales. Se trata aquí de una lectura transversal de la casa que abre espacios buscando un encuentro largamente anhelado.
La rehabilitación de La Posada tomó cinco años, un largo proceso en el que cada decisión fue fruto del cariño y la precisión. En este tiempo no hubo superficie por la que no pasara una mano humana. Como si de una gran carena se tratase, enteros tramos de forjados fueron retirados, sus elementos acopiados, revisados, seleccionados y recolocados. Todo aquello que de valor había fue reutilizado donde fuera de mayor utilidad.
No podemos dejar de incidir en que el material más sostenible es el que no se usa. Aquí, no solo se recuperaron los forjados. Piedras de la demolición se usaron para recrecer el hastial o el muro del corral, las baldosas de barro para pavimentar el corral, los ladrillos de taco para reparar el horno de pan y las cubiertas conservan aún su vieja teja curada con sol y lluvia. Incluso las puertas de paso se emplearon para mobiliario. Entre los materiales de aportación sobresalen la madera, la teja cerámica y las baldosas manuales de barro. La reparación de los tapiales del doblado se hizo con mortero de cal y su pavimento es un suelo continuo de barro. Los profusos panelados de madera, elaborados por los carpinteros de Galaroza, no hacen sino ahondar en la senda de la autenticidad.