- Área: 550 m²
- Año: 2009
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Fotografías:Vicente de la Calle
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El aislamiento original del jardín, inutilizado durante muchos años, respecto al resto de la trama urbana, es el motivo del abandono que sufría este espacio y la consecuencia que impulsó al Ayuntamiento de Trujillo a lanzar un concurso para la recuperación e integración de estos jardines a la red urbana.
La intervención dialoga con los elementos existentes utilizando un lenguaje común a ellos, como la disposición con una cierta simetría en planta y alzado, el uso de materiales locales y la plantación de especies vegetales autóctonas.
Una cómoda escalinata central, enmarcada por las palmeras seculares existentes, invita al ciudadano que desde el gran espacio público a sur se acerque a este lugar y potencia la logia de la fachada del Palacio Juan Pizarro de Aragón. Los bancos, colocados de forma casi aleatoria a lo largo de la escalinata pretenden “romper” la monumentalidad de ésta pudiendo ser desmontados con facilidad si en futuro el Palacio tuviese un acceso desde el jardín.
La zona central, una plataforma de cemento, ha sido a lo largo de los siglos el corazón de este jardín, utilizado por la aristocracia local como pista de baile. El proyecto ha querido reinterpretar el carácter recreativo y los bailes que en este espacio se desenvolvían históricamente. La pavimentación, realizada con granito local, pone de manifiesto mediante dos colores y texturas diferentes, la presencia de elementos históricos en el interior del jardín. Se diferencian así la posición ocupada durante siglos por la pista de baile en el centro y la concentración de actividad en esta zona que se hace menor a medida que nos alejamos hacia los extremos.
En la zona central se ha proyectado una fuente a raso que dará una oportunidad de juego a los más pequeños en un ambiente más fresco, mientras que el ritmo de los chorros de agua evocará las danzas históricas.
La disposición de las losas de color oscuro y menor dimensión representa el modo en que se usaba en origen el jardín, con una mayor concentración de actividad en el centro del mismo. Justo en el corazón de esta nueva plaza, en las losas de granito bañadas por la fuente, huellas esculpidas y tratadas con ácido representan los pases de baile tradicionales del Siglo XVII invitando al ciudadano o turista a convertirse en protagonista de estas danzas y de este espacio, destinado en otras épocas a determinadas clases sociales.
Cuando la plaza se utiliza para actividades culturales la fuente se puede apagar. La zona central se convierte entonces en un escenario pudiendo, en ocasiones de mayor relevancia, serlo la plaza en su totalidad aprovechando la diferencia de cota que la separa del espacio público situado a sur.
Por último el sistema de iluminación tiene una doble valencia: por una parte la luz que ilumina cada chorro de agua crea una iluminación ambiental difusa en el espacio, por otra, luces puntuales valorizan la fachada del Palacio Juan Pizarro de Aragón y la presencia de las palmeras.