Arquitectos: Distopía – Laboratorio de Ciudad / Maximillian Nowotka, Cristina Ramirez, Francisco Fernandez, Luis Pimentel, Andrea Molero Ubicación: Comunidad Avesmar / Maracaibo – Venezuela Estructura: Ing. Michele Casarín Año: 2010 Superficie: 800 m2 Imágenes: Cortesía de Distopía
El proyecto de intervención no tiene como norte más que mostrar un posible método de actuación sobre vacíos que irracionalmente pueden ser eliminados por su condición accidentada, constreñida o de difícil acceso, pero que bajo nuevas visiones, pueden llegar a convertirse en ejes de una nueva manera de hacer ciudad.
Ubicado en un lote de terreno exiguo en sus dimensiones, con un área total de unos 480 metros cuadrados. La administración pública se negó a construir una cancha deportiva que solicitaba la comunidad debido a la vaga superficie del terreno, a lo cual se suma también el uso del mismo como estacionamiento y venta de víveres cada fin de semana. Este espacio es seleccionado puesto que gesticula máximas comunes a muchos espacios públicos de la informalidad; lotes pequeños que normalmente no considerados aptos, multitud de programas superpuestos bajo distintas temporalidades y una comunidad medianamente consolidada con un arraigo sobre el lugar ocupado.
El proyecto toma su forma de las demandas de la comunidad y su localidad; el espacio no podía contener todos los programas que se solicitaban, por lo que densificar el terreno se mostró como un gesto crucial tras el abordaje de su condición limitada; se incluyen los programas preexistentes como una manera de transferir idiosincrasia a la estética que los contendría, derivando en un proceder conceptual relativamente simple; una huella sobre el plano del suelo atenta a las limitantes de la legislación municipal, sobre la que se posa un plano que contendría la cancha deportiva multiuso, refiriendo una especie de mesa, cuyos apoyos ilustran la transparencia e inestabilidad de su condición pública.
En general la imagen aunque sencilla, no es más que la evocación de la gran variedad de usos que actual e informalmente actúan sobre dicho espacio, promocionando como una intervención lógica en el rescate de la mejora del hábitat de la comunidad.
El principal ánimo tras esta intervención radica en que si bien busca atender a las necesidades de la comunidad por medio de intervenciones muy particulares debido su localidad, su principal potencial en términos proyectuales se ubica en gesticular un posible ¨modus operandi¨ que aún los espacios de la informalidad, donde las imágenes no son el habitual obrar de la arquitectura, pueda ofrecer elementos que dignifiquen el cotidiano de sus ocupantes, siempre atendiendo a esas limitaciones que no hacen más que enriquecer el proyecto y sus paradigmas.