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Arquitectos: Duch-Pizá, Flores & Prats
- Área: 2500 m²
- Año: 2014
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Casal Balaguer es un palacio del centro histórico de Palma, una casa familiar crecida a lo largo de los siglos, comenzando en el 1300, luego en el 1500 y finalmente en el 1700, que ahora pierde su uso doméstico para ser un edificio público, un Centro Cultural para toda la ciudad. Valorar los tiempos contenidos en el edificio, sus cualidades físicas sin tomar distancia con las etapas históricas que lo han formado, nos permite actuar sin separarnos de él: si la observación no quiere distinguir tiempos, la acción no debe tener distancias. Actuamos desde su propio interior, un pensamiento físico y directo, transformando el edificio con la decisión de volver a ocuparlo, de darle una nueva etapa, de alargar su vida haciéndolo más sostenible. El haber dibujado el edificio durante mucho tiempo nos deja luego decidir sobre él, y en este sentido el dibujo nos da la confianza para trabajar sobre lo encontrado sin distancias físicas y temporales con la historia, en un tiempo continuo que hace que las nuevas intervenciones se incorporen llegando a confundirse con las demás, apareciendo a nuestros ojos como si ya hubieran existido. El resultado final es una nueva generación, con cosas heredadas y cosas nuevas, un trabajo de deformación que toma lo existente y dibuja a partir de él. Es una metamorfosis geométrica, pero también de materiales, de proporciones de vacíos y dimensiones.
El edificio se actualiza partiendo del anterior, con una transformación que acoge las nuevas funciones. El esfuerzo está en hacer que el antiguo palacio exprese las máximas cualidades espaciales, materiales, históricas… porque la nueva función nos permite tener mucha libertad para dibujar un nuevo edificio dentro del anterior, investigando sobre las cualidades de la antigua construcción. Tomarlo como una construcción, sin las constricciones propias del uso para el que estaba destinado, nos permite dejar de verlo como un edificio de dimensiones domésticas, y pasar a valorar sus cualidades espaciales y físicas como el inicio de la nueva ocupación. Descubrir la condición de inacabado del edificio existente, hace pensar que las acciones sobre él no han terminado, que se trata de algo en evolución, imperfecto, resultado de la suma de etapas en la que la nuestra solo es una más, no la última. Este diálogo parte de una confianza en lo que encontramos, de una observación positiva que lo valora y respeta como signos de una anterior ocupación, dando al proyecto un sentido temporal donde al final no sea posible reconocer de qué tiempo es ese lugar.