- Área: 310 m²
- Año: 2013
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Fotografías:Juan Solano Ojasi
La CASA CUBO es de premisa abstracta: un cubo de 9m de lado. Cada superficie se sub-divide en nueve módulos de 3m, consiguiendo una estructura de 3 niveles. Su función modula el volumen mediante la composición de llenos y vacios. Los espacios íntimos son transformados en llenos; mientras que los sociales, en vacios. Estos niveles son la base organizativa del programa. Cada uno corresponde a una parte de la función.
Se trata de una casa de playa al sur de Lima, en un lote en esquina con diferencias de nivel entre la calle frontal y la posterior, pero aislado actualmente en todos sus frentes.
Se utilizan dos herramientas generadoras del proyecto: la planta y el corte. La primera nos permite distribuir el interior y la segunda es fundamental para articular espacialmente el interior. Cada nivel cuenta con una exigencia espacial determinada. El primero alberga toda la densidad de los dormitorios y nos permite colocar el cubo en el suelo. El segundo busca la transparencia y la fluidez entre ambos frentes, ampliando el espacio social. Y el último pretende relacionarse con el horizonte a través de un vacio.
Se coloca la circulación principal en la superficie más alejada al mar. Dos escaleras opuestas y enfrentadas permiten generar un recorrido interno y fluido entre los tres niveles, permitiéndonos descomponer la volumetría hacia el horizonte. Es así que el volumen aparece como una geometría única que nace desde la tierra. Cóncava y convexa a la vez, buscando ser ingrávido, elevándose sobre los vecinos. Utiliza la escuadra para definir las aristas y evidenciar que se trata un volumen y no una masa. Su elevación frontal -la que mira hacia el mar- se muestra ligera y transparente, compuesta de superficies lineales, de-fragmentada. Mientras que la superficie opuesta nos habla de un volumen más masivo, compuesto en base a llenos y vacios. La circulación interior se insinúa en la fachada posterior a través de un vacio dinámico que nos recuerda que es lo que sucede en el interior.
Su composición trata de difuminar el límite y las diferencias que existen entre el interior y el exterior. A través de la continuidad de la materia el techo se convierte en el cerramiento sur, para después convertirse en la losa intermedia. La zona social es trabajada de la misma manera: dilata el espacio duplicando sus dimensiones interiores. Nos interesa que ésta reciba la luz de mañana y de tarde, por sus dos frentes. La terraza intima se abre hacia el horizonte mediante dos planos paralelos pero asimétricos en dimensiones y materialidad.
Se trata que el edificio se lo más abstracto posible, evitando cualquier perforación o ventana que nos haga acordar a una vivienda. Al diseñar las medianeras colindantes con el futuro vecino, el cubo funciona de manera autónoma.