Descripción enviada por el equipo del proyecto. Para la concepción de esta vivienda nos hemos hecho la pregunta de si somos capaces de construir algo respetando al máximo la naturaleza existente evitando hablar de sostenibilidad, energías alternativas o ecología como barniz de contemporaneidad y corrección política. Quizás se trate al final de aprovechar al máximo las cualidades de la naturaleza que se nos ofrecen y atender a un mínimo impacto sobre ella hemos pensado que un buen comienzo puede ser que la traza volumétrica del edificio se adapte al arbolado existente dejando que la misma plantación arbórea elija la manera de ser vivida. Como arranque de nuestro proceso de trabajo hemos reconocido las agrupaciones de árboles que funcionan en conjunto dentro del bosque y, claro, lo que queda fuera de ellas nos permitimos llamarlo el antibosque o vacío susceptible de ser construido sin tener que eliminar árboles. Sobre este vacío se genera una geometría plana que evita los troncos y a la que se va dotando de alturas desde el suelo existente e inclinaciones de planos de cubierta que nos permite la normativa urbanística. Esta operación aparece en el proceso como de una enorme complejidad por lo que nos vemos obligados a ejecutar múltiples ensayos hasta aparecer la solución que cumple todos los parámetros en todos los puntos de la volumetría final. Aparece así una geometría no cartesiana con un volumen facetado que se adapta a las condiciones topográficas y a las demandas urbanísticas y al mismo tiempo nos incita a resolver el programa de vivienda en una espacio excitante. La geometría será por tanto la que vaya definiendo y descubriendo las maneras de vivir los espacios y su relación con el paisaje exterior, una fructífera y sorpresiva relación entre un bosque y una normativa estricta.
Las circunstancias vitales del propietario hacen que la configuración y uso de la vivienda no se puedan pensar en clave tradicional, siendo necesario generar espacios que se adapten en tiempos y programas a las peculiaridades vitales del dueño. De esta manera vamos definiendo las posibilidades que nos ofrece la geometría creada estudiando el espacio en lo que denominamos “brazos especializados” albergando cada uno de ellos un programa específico con una resolución espacial particularizada. Los desniveles del terreno nos van aproximando a una manera de entender la vivienda en saltos de media planta que nos permiten controlar la división del interior en dos viviendas dentro de la misma. Por un lado en la planta más alta con acceso independiente localizamos las habitaciones temporales de los hijos (dos brazos) asociadas a una sala de juegos (un brazo) y el acceso principal de la vivienda. El resto del volumen sigue un desarrollo sucesivo de privacidad a medida que descendemos en altura, primero con el salón-bar y la sala de proyecciones-estudio (un brazo) y en la planta inmediatamente inferior un programa lúdico de piscina interior climatizada (un brazo), otro de cocina-comedor-uso comodín (un brazo) y una gran terraza exterior cubierta (un brazo). Bajando al último nivel descubriremos el dormitorio principal con sus aseos (un brazo), un gimnasio-habitación comodín y la sauna (un brazo). Cada uno de estos brazos responde en su interior a condiciones de relación con el bosque y condiciones de privacidad y ocultamiento necesarias en cada caso regalándonos la geometría descubierta la diversidad espacial de cada uno de ellos.
Ya que estamos en un paisaje fabuloso hemos querido sacar el máximo partido de sus características y dejarnos influenciar hasta límites extremos por sus condiciones geométricas, luminosas y espaciales. Desde esta óptica la envoltura de la casa ha ido progresivamente transformando sus pieles de vidrio y piedra en función de la cercanía de los árboles, su capacidad de sombra, su presencia y el tipo de programa de cada brazo especializado. Así, bajo la pretensión de que todas las estancias estén en contacto íntimo y directo con el exterior las pieles que definen el volumen quebrado han ido grafiando en sus despieces, transparencias, opacidades o serigrafiados más o menos densos la influencia del bosque sobre ese extraño objeto que ha invadido la tranquilidad de su territorio. Dentro ya de la vivienda, los suelos, paredes y techos continuos de resina ámbar absorben en su interior láminas de madera que dejan penetrar la presencia abstracta del bosque y desdibujan los límites dentro-fuera como si nuestro espacio interior fuera ya un fósil antes de existir. Un elemento extraño discurre a lo largo de las plantas superiores, reflejo de la conducta coleccionista del propietario, dando cobijo en su estructura policarbonatada con brillos tornasolados a una gran masa de pequeños habitantes que filtran con su presencia el exterior colectivo aburrido en un interior personal e intransferible.