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Arquitecto: Miguel Montor
- Área: 664 m²
- Año: 2012
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Proveedores: Novaceramic
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La preparatoria Nuevo Continente en Celaya busca anclarse al paisaje, para volverlo operativo y lograr un enriquecimiento mutuo. El terreno se ubica en una planicie que sobresale por el descampado árido y la poca vegetación existente. El inmueble se integra con el paisaje, como sucede con la relación figura-fondo en perspectiva, para aprovechar las condiciones climáticas, así como los tiempos y costos de obra.
El desarrollo comienza con la búsqueda de las "pausas" en las actividades del día entre los habitantes del edificio: los estudiantes. El objetivo es encontrar un equilibrio entre los espacios del inmueble, para traducirlos a un ritmo de espacios libres, o "patios-jardín", enfatizados mediante el lenguaje visual.
La meta de atender los espacios comunes mediante las "pausas" se puede constatar entre cada bloque y su capacidad de traslación, así como en el viaje entre escalas. Espacios en donde las actividades puedan ser articuladas por el flujo libre, que permite entender y sentir los ámbitos, de percepción y acción. Implosión más que una explosión, resalta la vegetación que poco a poco va apropiándose de su espacio con la creación de microclimas.
Suelo sobre suelo grueso, denso, libre y receptor en el que la preparatoria comienza a destacar a partir del sistema constructivo a base de muros de carga, que en su máximo trabajo estructural permiten el completo aprovechamiento del mismo.
La horizontalidad y aridez del contexto determinan el color terroso que corresponden al tabique hueco esmaltado, utilizado como material protagonista. Sigue el entramado que se crea por la serie de vanos y macizos en losas, partícipe de la estructura dinámica que está conformado por vigas tubulares de concreto prefabricado correspondiente a los salones, y a su vez pérgolas ubicadas en los vacíos que componen los patios-jardín. La modulación en el edificio logran que se utilice un solo cancel tipo, lo mismo sucede con los despieces de piso.
Actuar sobre lo próximo, lo inmediato, lo táctil, lo que atrae primero la vista, nos permite entender la textura del tiempo, al igual que las dimensiones que se van modificando con la acción de los alumnos u otros posibles visitantes del edificio. La arquitectura logra de esta forma integrarse al paisaje y permite la posibilidad de cambiar el programa en un futuro, si fuera necesario.