- Área: 2762 m²
- Año: 1998
-
Fotografías:Juan Purcell
-
Proveedores: Arauco
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Esta escuela se pensó para ser levantada en un poblado situado a 10 km del pueblo de Montepatria en un valle regado por el embalse La Paloma en el que viven principalmente obreros agrícolas que trabajan en la zona. Ciertamente se trata mas bien de un campamento y no de un pueblo porque, aparte de su origen reciente, carece de plaza, de iglesia y de lugares públicos constituídos*1
El sitio asignado es, a decir verdad, un baldío. Una resultante del loteo sumido en la extensión, dentro de este poblado sin manifestaciones de voluntad de forma e inmerso en un cierto derivar.
Un derivar con el que ha de habérselas la educación, la que se piensa aquí como el enseñar y aprender a dar forma. A las cosas, a los actos, a las maneras, a las ocurrencias… Es en este sentido que la educación puede ser considerada literalmente formación. Y es en este punto precisamente donde la educación y la arquitectura se tocan. Por eso la experiencia de habitar la arquitectura es el primer hecho educativo de un colegio.
Y este primer hecho educativo que significa la arquitectura en su dar forma al espacio habitable para constituirlo ante el baldío, no se acomete esta vez por medio de un orden tal que suspenda de un golpe el derivar como bien puede hacerlo un orden urbano. No. Pues este lugar se inscribe también dentro de un régimen campesino y por tanto su carencia no es solo ausencia de ciudad. Es que el campo, aún en medio de su aire de indolencia, lleva consigo siempre oculta alguna precisión; la pendiente de una acequia, la distancia entre surcos, la tensión de un alambrado o los cortes de una poda… Son modos de obrar de la voluntad. Voluntades que se encauzan entre voluntades para levantar la ciudad; voluntades que encauzan la naturaleza para cultivar el campo. Podría decirse, voluntad elocuente en la ciudad y voluntad velada en el campo. Ambas pueden ser elaboradas esta vez para entregar la doble dimensión de lo que podría llamarse elocuencia velada; la que no detenga simplemente el derivar, sino que lo encauce para, simultáneamente, relanzarlo como fuga y retenerlo como detención. Una doble dimensión fundada en un doble origen: el campo y la ciudad. *2
Y este doble origen con el que se piensa la obra, se lleva a cabo a partir del aula, concebida para engendrar dos ordenes, el concéntrico y el excéntrico, levantados en las tres dimensiones del vacío como horizontes de concentración –detención- y de expansión –fuga- respectivamente. Y es que la vida de un colegio no acontece dentro de un régimen único sino en aquel que da cabida a la simultaneidad de una alternancia –como en el ritmo de una respiración , con su inspiración y expiración- entre atención y distracción, detención y expansión *3
Pero estas aulas, para lograr ese tamaño habitable que alcance autonomía ante lo desconstituído y extenso del baldío, se reúnen enfigurándose en anchos breves que multiplican los espacios y el tamaño, conformando una suerte de interior total, cual vacío arquitectónico, que deja a los alumnos simultáneamente dentro del colegio y ante la extensión.
Es que, esta vez, el paso de lo que podría ser mera adición de unidades de espacio interior, a lo que busca ser elevación a potencia del espacio para conformar un interior con totalidad, se juega en los tamaños, en cada una de sus medidas. Por eso en esta obra la forma pende de ese cálculo preciso.*4
Porque esa elocuencia velada, señalada anteriormente, indica que la obra no se acomete con las formas pletóricas, voluntariosas de si mismas, ni con las de la indolencia, abandonadas de si mismas, pero si con aquellas de la levedad -que acompaña la madera-, cuyo cálculo en la precisión de los tamaños porfía para alcanzar la máxima densidad arquitectónica con la mínima cantidad de forma. *5
Es que la arquitectura debe saber elaborar tanto las formas de la profusión como las formas de la brevedad; ello toca, por cierto, la libertad de formas que abriera este siglo XX y que esta obra busca levantar. *6
José Cruz Ovalle
*1 Una pequeña nave cobertizo utilizada por la junta de vecinos, colindante al sitio destinado al colegio, constituye el único lugar de reunión dentro del poblado. *2 La dimensión de campo no es algo que se deje atrapar fácilmente; su existencia “velada” dice aquí de aquella realidad constituida desde lo opaco, a diferencia de la utopía de la transparencia que rige la ciudad y la educación en el mundo actual. Para ver sus alcances sería necesario otro texto. *3 Esto de la simultaneidad de una alternancia entre atención y distracción, en cuanto al régimen que supone la enseñanza en un colegio, fue estudiado a propósito de otro colegio, situado también en el campo, y que esta obra reelabora. *4 La precisión será, esta vez, hija del grado de elaboración, de su complejidad. Bien se entiende que la complejidad de la forma no radica en su generación sino en su origen.
Pero los tamaños de una obra son inexpresables en planos, maquetas o fotografías. Por eso los proyectos dan cuenta de la figura nunca de la forma. De algún modo en la arquitectura la creatividad se estrella con la virtualidad.
*5 Es que la levedad de la forma proviene también en este caso desde el construir la masa de la obra con la máxima variación; es lo que otorga la madera. La madera, en virtud de su táctilidad, le concede al espacio otra medida de libertad para habitarlo, otorgada por el grado de proximidad del cuerpo con los límites. Es que el propio cuerpo puede –por así decirlo- absorberlos en el contacto, tal como sucede con los muebles. *6 La adjudicación de esta escuela a un constructor local ajeno al oficio de construir con madera desvirtuó la obra.
MATERIALES
En esta obra se destaca el uso de Terciado de Revestimiento Ranurado de Arauco. La ficha con la descripción de este revestimiento, que incluye su descripción técnica, características, usos, escantillones e información adicional, se puede encontrar en la sección de materiales de Plataforma Arquitectura