- Área: 52000 m²
- Año: 2009
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Fotografías:Lluís Casals
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El planteamiento inicial del edificio pasa por el entendimiento del proyecto como un conjunto edificado que se extiende entre una parcela y otra de forma natural y reconocible para usuarios y visitantes. Así planteamos la idea de construir diferentes bloques de oficinas que constituyan una trama. Frente a la opción de construir un macro edificio se piensa en una solución más versátil, flexible y doméstica. En este sentido se ha preferido trabajar sobre una fórmula que sobre una forma; sobre un planteamiento tipológico que sobre una imagen. Tras descartar cualquier solución que no supusiera la orientación norte- sur de las oficinas se ha dispuesto una trama que organiza la edificación en diferentes bloques de oficina colocados “al tresbolillo”, para evitar que se arrojen sombras unos a otros. Así dispuestos, como si sobre un tablero de ajedrez se tratase, los bloques reafirman su individualidad al tiempo que reflejan su pertenencia a un orden superior que los sitúa. El conjunto se unifica con las plantas baja y superior. Nacimiento y remate sirven como nexo, como elemento que dibuja la unidad permitiendo la lectura del conjunto como único.
Por su tamaño, el edificio de la calle Luca de Tena se resuelve en tres unidades, mientras que el edificio de Abelias se hace en una. La unidad del conjunto y la singularidad de las piezas se suman en un juego de fuertes contrastes. El juego entre positivo y negativo aparece como resultado de esta yuxtaposición entre lleno y vacío, apoyado y volado, estático y dinámico, patios y bloques, que se percibe como un despliegue inquietante de formas en el aire, que promueve experiencias contratantes de serenidad y movimiento, seguridad y sorpresa. El esquema se traslada de una parcela a otra sin perder coherencia. En ambas parcelas se disponen los bloques norte-sur, con las comunicaciones perpendiculares, si bien las plantas baja y última son las que permiten acomodar la estrategia en cada caso a su situación.
La sede del Banco Popular debe entenderse como un conjunto, como un solo gesto que define a sus ocupantes. Tanto la estrategia como su desarrollo formal saltan de un lado a otro de la autopista siendo reconocibles en ambos edificios. Tipológicamente el edificio funciona como un peine. La disposición de los bloques permite su segregación en áreas diferenciadas o bien en conjunto con otros de manera que se puede modular la trama de diversas, formas por plantas, bloques, peines… El resultado es un conjunto que garantiza la máxima flexibilidad. La disposición conlleva la aparición de patios sobre los que orbitan las oficinas. Los patios se sitúan alternos sobre la trama, singularizándose de forma que cada uno de ellos es reconocible por los usuarios, lo que evita las confusiones habituales en este tipo de edificios. Los patios son el lugar sobre el que se proyecta el protagonismo arquitectónico del edificio. En ellos, o a su alrededor, se proyectan los espacios de reunión, descanso, desahogo, comunicación…, espacios en los que el carácter casual de la actividad se potencia con la presencia de luz y verde. Los jardines de estos patios serán el recuerdo más nítido que se llevarán los visitantes del edificio. Sobre estos patios vuelcan las oficinas en busca de vistas y luz. “Donde entra el sol no entra el médico”, decia Sota, y nos viene a la memoria.
La orientación norte-sur se entiende como obligatoria. Esto no es sólo debido a la reducción del consumo energético que supone el tener un mayor número de horas de luz natural, sino que esta orientación es la mejor para desarrollar el trabajo de oficina y más aún tratándose de una labor mayoritariamente desarrollada con ordenadores. Es evidente que la repercusión del precio de la fachada sobre el m2 de oficina es un dato que debe balancearse con el bienestar del espacio de trabajo, o lo que es lo mismo con la calidad de luz y de vistas que reciben las zonas de trabajo. Se ha pensado una crujía de 14,8m de ancho con una luz entre soportes de 13m lo que permitirá una planta diáfana e iluminada, sin excesos innecesarios ni sacrificar zonas oscuras. Dentro de este esquema se despliega un paisaje de oficinas transparente y abierto. Mediante el diseño diáfano del espacio se fomenta la comunicación y la interacción como condiciones básicas del trabajo en grupo.
Los diferentes bloques se articulan a lo largo de unas piezas longitudinales que a modo de “espinas” los comunican entre si perpendicularmente y albergan los núcleos de comunicación vertical. Estas espinas funcionan como puntos fijos en la organización de la planta como focos sociales, señalan el transito de unos bloques a otros y sirven como lugar de encuentro y relajación. Se ha favorecido enormemente la circulación vertical por el edificio usando las escaleras, lo que independientemente del gran ahorro energético que supone no usar los ascensores para todos los movimientos, mejora la flexibilidad de uso de las plantas y la interrelación de unas áreas y otras, además de favorecer la relaciones personales. Pasarelas y escaleras alternan en un juego de vacíos que se asoman unos sobre otros y que harán de este espacio un espectáculo para los visitantes que desde los patios o la calle contemplen el ajetreo de las personas yendo y viniendo por estos pasillos. La piel que envuelve los volúmenes funciona captando la luz y reflejándola con brillos atenuados. Se trata de un conjunto de reflectores solares de cilindros cerámicos, estudiados para un soleamiento controlado que, a su vez, proporciona un juego de colores de apariencia aterciopelada.