- Área: 35395 m²
- Año: 2011
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Fotografías:Fernando Alda
Las condiciones de partida son de difícil resolución: diseñar un edificio de oficinas obligado a disponer sus aparcamientos en altura en un contexto en el que el espacio público apenas tiene valor de uso con nula capacidad de previsión sobre sus ocupantes ni la división de cada planta pero con la exigencia de que todos los servicios sean individuales. El diseño de la planta tipo se vuelve un ejercicio de flexibilidad e indeterminación. La necesidad de dotar al edificio de un contacto atractivo con el suelo, un ejercicio de responsabilidad urbana. La volumetría y la fachada son los únicos territorios de libertad junto con algunas decisiones de acabados en los vestíbulos y los aparcamientos.
Programáticamente, la sección de la torre se organiza como el apilado escalonado de cuatro edificios independientes. El primero recibe a la ciudad en planta baja con las oficinas bancarias sobre las que se levanta el aparcamiento de seis plantas. Los tres restantes son prismas de diferentes dimensiones que se van retranqueando respecto del anterior liberando sendas terrazas que se reparten las orientaciones y las vistas sobre el mar y el Centro Histórico.
Cada prisma puede leerse como un pequeño edificio canónico de oficinas con su lobby en altura que hacemos corresponder con los usos compartidos por todos los inquilinos: un restaurante, un gimnasio y un club de descanso y reunión. En el remate, un Salón representativo se ofrece visible desde toda la ciudad.
La envolvente se resuelve con un muro cortina plementado con vidrios de diferentes tonalidades y transparencias que introducen un factor aleatorio y vibrante en la lectura, no solo por el juego entre opacidad aparente y reflexión sino también por la ambigüedad escalar del elemento tipo que no coincide con ninguna línea horizontal obvia del edificio. Ello impide la lectura del programa desde el exterior e introduce en el interior una diversidad de cotas de los alféizares de gran dinamismo espacial. El sistema incorpora con naturalidad los casos particulares como son las grandes carpinterías de las terrazas, las tomas de aire de las plataformas de instalaciones o las ventilaciones del aparcamiento. La introducción de unos criterios elementales de sostenibilidad en un contexto que lo ignora todo al respecto, soporta la elección de los vidrios y sus matizaciones así como la densidad de piezas de cada transparencia en según la orientación.
El ejercicio asume las condiciones de un medio competitivo en materia de presupuestos y plazos para implementar un producto de mercado con un valor añadido que demuestre la pertinencia de la arquitectura de calidad en todo momento. La carga plástica de la fachada, el ejercicio cromático de los acabados de los aparcamientos o la obsesiva búsqueda de unas proporciones equilibradas quieren darle al proyecto una “intencionalidad manifiesta”, un empeño en demostrar que bajo cualquier condición, la arquitectura tiene respuestas que difícilmente las puede producir una aplicación directa e irreflexiva de un ideario aparentemente pragmático que raramente supera un mínimo despliegue de sensibilidad e imaginación.