- Área: 4180 m²
- Año: 2011
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Fotografías:Fernando Alda
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Se trata de la restauración, reforma y ampliación del Antiguo Ayuntamiento de Baeza. El conjunto está situado en el centro histórico y tiene una crujía renacentista –atribuida a la escuela de Vandelvira- y una escalera imperial que debían ser conservados. El resto del edificio eran ampliaciones en mal estado y sin interés.
El proyecto para Las Casas Consistoriales de Baeza estableció, desde el concurso, una determinada relación con el edificio histórico. Por ello, la transformación del conjunto se ha entendido como parte de una duración, como continuo proceso de cambio, donde la nueva actuación se plantea como un sustrato más, como el último sedimento de tiempo que el edificio construye. La reflexión sobre la condición temporal de la arquitectura fue, desde el primer planteamiento del proyecto, fundamental.
La arquitectura (histórica) esta cargada de superposiciones, acumulando muchas acciones, es lo que podríamos llamar la «durée» de la arquitectura. Según Henri Bergson la última realidad no es el ser, ni el «ser cambiante», sino el continuo proceso de cambio, al que denominó «durée». La arquitectura tiene una manera de ser en el tiempo, un devenir que dura, un cambio que es sustancia misma.
El proyecto para Baeza se inscribe dentro de este concepto de «durée» de la arquitectura. Se proyecta pensando en la condición aditiva de la situación, en la cualidad de cambio como sustancia del proyecto y como parte de una forma de ser del edificio en el tiempo. No se trata por tanto de restaurar y construir una pieza nueva. Se actúa construyendo un sustrato más.
Las adiciones, el comportamiento en el tiempo, en definitiva, la vida de los edificios no es plana y es la memoria, nuestra memoria y más aún, la memoria colectiva, quién activa las diferentes interpretaciones. El concepto de Bergson de la «durée» es amplio y ligado a él está también lo que podríamos llamar el estado mixto percepción/recuerdo, difícil de disociar. La memoria, por tanto, hace que el tiempo no sea algo instantáneo y le otorga una duración. Los recuerdos –ligados a los procesos de cambio sucesivos- de la memoria relacionan los instantes entre sí e intercalan el pasado en el presente. Este estado mixto -percepción/recuerdo- es el que nos hace ver las cosas como un continuo, como un nudo de relaciones. Por ello, cuando pensamos, proyectamos o construimos, imprimimos nuestra memoria –que también es duración- en los objetos y la arquitectura es, entonces, una forma de inscribir el tiempo en la materia. La huella del hombre -material o especulativa- en cada objeto manipulado, nos sitúa en un lugar en el tiempo, porque al construir, apilar, pegar o verter cambiamos el tiempo geológico, industrial o poético de la materia y la hacemos humana, nuestra, inscribiendo en ella nuestro tiempo vital y conceptual.
También desde el concurso se plantearon otra serie de cuestiones.
¿Cómo entender el edificio histórico?
La respuesta surgió lentamente, pensamos el edificio como fragmento –casi un muñón-, como un elemento ensimismado, sin capacidad de generar/sugerir, de definir una estructura propia.
El edificio histórico –fragmento- no genera un nuevo edifico, es la lógica de la ciudad la que genera y envuelve, arropa, el fragmento existente, es el crecimiento espontáneo de la ciudad, la estructura orgánica de los patios la que abraza.
La ciudad, con su lógica de patios, de luces, de sombras y esquinas crece, “como un hijo arropando a su cansado padre”. Una relación “fraternal”.
Fundamental es entonces el “dibujo” de los patios –como la ejecución del ataurique pintado al ocre rojo sobre fondo blanco- de los nuevos espacios, de los vacíos y llenos, creando y recreando nuevos lugares, interiores o exteriores. Color sobre un fondo neutro, blanco, piedra, árboles, sombras, agua...
En el conjunto hay 3 partes.
• Lo existente; el edificio/fragmento histórico, contiene la parte representativa y política (salón de plenos, alcaldía, grupos políticos, sala de exposiciones y conferencias...)
• Lo nuevo; contenedor de oficinas, zonas de uso común y atención al público (área administrativa, obras y urbanismo, servicios generales...)
• El vacío; contenedor de un nuevo espacio público, distribuidor y lugar de espera y estancia.
Si Baeza es una ciudad básicamente construida en piedra, el blanco, el tapial es puntual. La piedra es monumento, el blanco no. El edificio existente es de piedra, lo blanco es lo nuevo, que valora lo existente.
El hecho de la restauración es parte del proceso, lo importante es la forma de actuar en el conjunto, la intención de construir una nueva capa. La idea del proyecto tiene su origen en la lectura de la situación del edificio y la respuesta surge de ahí. Por ello la cuestión de la restauración es una parte más del proceso.
La escalera del edificio de oficinas es la pieza más importante de la parte nueva del edificio. Es en idea una escalera “renacimiento/barroca”. El efecto buscado es una sensación cercana a entornar los ojos y vislumbrar las celosías, los cierres de las sillerías de las grandes Iglesias y Catedrales en España, que mezclan el cierre diáfano de las cancelas, los dorados y la vibración de las luces y las sombras. Se ilumina mediante dos lucernarios (norte y sur) que derraman su luz sobre dos superficies doradas, vibrantes. La escalera, negra, colgada sobre el vacío, desembarca en grandes mesetas encerradas en barrotes bañados por la luz dorada.
Dos fuentes enmarcan la grieta del patio. Son lugares para estar, lugares públicos, con árboles (cipreses y limones), bancos, sombras y el rumor del agua.