El Patio Robert y Arlene Fogod en el Museo de Arte Smithsonian de Washington es obra del arquitecto inglés Norman Foster a partir de un concurso convocado por la Fundación Smithsonian en el año 2004.
El proyecto sigue la línea de trabajo realizada por Foster en la cubierta del British Museum, en el cual se realizó una operación similar. Una de las más grandes cualidades de este proyecto es la capacidad de construir un espacio con cualidades inexistentes, acondicionándolo para su uso durante todas las épocas del año al mismo tiempo de integrarse de manera armónica con los edificios históricos existentes.
Resulta interesante la manera de relacionar lo nuevo y lo existente mediante una operación simple y respetuosa (si se considera el poco impacto que tiene la cubierta en los edificios) ya que esta se plantea constructiva y estructuralmente independiente, ya que es sostenida mediante 8 pilares de aluminio que recorren el perímetro.
Este proyecto, mediante una operación simple y radical, como es cubrir, construye un nuevo espacio o invernadero, el cual se complementa de gran manera con el trabajo de vegetación y la construcción de una pileta de agua que funciona por inundación del suelo, a modo de una poza. Estas operaciones hacen que el proyecto se llene de gente y usos a todas horas del día (puedo dar fe de eso) volviéndose una verdadera plaza cubierta de acceso público y con el soporte necesario.
La complejidad del Patio Kogod (nombrado en honor a los filántropos que donaron la cubierta) está en su resolución estructural en cristal y acero, como una superficie ondulada de gran complejidad, pero al mismo tiempo gran simpleza.
El proyecto me parece un ejemplo de buena arquitectura, en el sentido de que Foster una vez más, plantea un proyecto preciso, acotado, respetuoso y acertado (obviamente omitamos los 284 millones de dolares de costo) en el sentido de las decisiones de arquitectura, más allá del costo, que podría ser lo cuestionable desde nuestro contexto y realidad. Sin embargo lo que se gana es mucho.
Se crea más allá de una interesante obra, un excelente espacio, agradable de estar, con buena luz, temperatura y acústica, donde muchas veces y a pesar de los presupuestos, son temas que son obviados, pero básicos en una buena obra. Un acierto de Foster.