- Área: 1254 m²
- Año: 2007
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Fotografías:Hisao Suzuki
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Este proyecto nos invitó a reflexionar sobre los primeros meses de vida de un bebé.
La intuición que se aplica en la forma de habitar de los primitivos Castros, cabañas, iglús o tiendas indias, soluciona con el mínimo material posible el máximo volumen, desarrollándose habitualmente en círculos. La casa, es la madre y el confort del recogimiento “materno”, es un recinto con una sola apertura al exterior que da “la luz”.
Todo ello se intentó trasladar al proyecto, reforzándose cuando observamos que los niños siempre tienden a jugar en círculo (el corro, la silla, las tabas…) todos a esas edades se sienten iguales. La ordenación lineal entre las personas suele ser impuesta por una disciplina, lo natural es el “rebaño compacto”. Cuando juegan solos tienden a rodear su entorno cercano con juguetes que puedan tener al alcance de la mano. Esta situación circular junto a la necesidad de controlar lo que ocurre fuera de tu “cueva” condujo a abrir un solo gran hueco al exterior en cada célula.
La forma circular tiene la capacidad de ser vigilada desde cualquier punto del perímetro. Tras concluir en que la forma primitiva circular es la adecuada para este proyecto, se pensó en como combinarse y relacionarse entre si adaptándose a las distintas situaciones del programa.
Enlaces
Los que en los asentamientos primitivos era el espacio urbano aquí lo planteamos como el de circulaciones e interrelación. El espacio central cubierto, funciona del mismo modo, permitiendo que las distintas aperturas entre círculos iluminen el ámbito en forma secuencial. Esta espina central, sin forma definida, es la que agrupa las distintas aulas y servicios que hacen funcionar el centro, es el enlace entre piezas que además caracterizará la imagen final. El espacio dinámico central está contrapuesto al estático de las células circulares, esta sensación la reforzamos con materiales y texturas diferentes de modo que tanto si salen al patio como si salen al paso central los niños entienden que aquello es un lugar “sin protección”.
El sentimiento de protección está íntimamente unido al miedo. La aventura de lo desconocido deben descubrirla fuera de sus “cabañas”, dentro se les enseñará a pensar, que es jugar.
La trama reguladora de las células
El programa marca el tamaño del aula tipo, de modo que su radio es de 4 metros. Esta dimensión es adecuada para el resto de servicios, con lo que que todos los cilindros son del mismo tamaño, facilitando así una lógica constructiva.
Tras diversas combinaciones geométricas, se propuso un trazado reticular de círculos tangentes de modo que cada línea se contrapea con la siguiente dejando separaciones entre círculos alternos para pasos de luces. Este trazado se ACTIVA según un orden interior y conforma la célula tipo. Será doble, ya que el programa incide en que deben compartir servicios cada dos aulas de 0 a 1 años, de 1 a 2 y de 2 a 3 años. Esos “pares de círculos” se disponen en este trazado subyacente a sureste y dejando los servicios en la zona norte.
Esta trama facilita la distribución interior de las piezas y el replanteo en la construcción. En función de la orientación, se activa un determinado círculo de la trama.
Se van disponiendo más o menos cercanos al exterior, o entrelazándose entre sí para generar una intersección interior que convenga al programa.
Ir y venir
La marquesina de entrada principal se coloca en un lugar donde la luz baña parte del umbral, es acceso y espera. Se entra hacia la luz de mañana y se sale hacia la luz de tarde. Este ámbito estancial hace la transición entre la espina central y el exterior. El arce en el centro de este aro provoca sombras y colores en el acceso matizando la transición.
Los estímulos
El color y las texturas son uno de los temas más apasionantes de una guardería. La sensación de estar en un exterior al recorrer el espacio intersticial que vertebra todo, se produce al enfrentarse a la convexidad del cilindro, que se deja premeditadamente en hormigón. Nunca se pierde su condición celular, manteniendo constantemente el estado “blando” y amable del movimiento sinuoso que recorre el sereno blanco plano horizontal.
La neutralidad de este espacio central, absorbente y luminoso, se acompasa con estímulos de patios perimetrales a norte que siempre enmarcan escenarios vegetales. Los cilindros de los profesores, dirección, vestuarios y teatro se tallan interiormente con lucernarios que dilatan el espacio libremente, provocando distintas sensaciones.
Sin embargo las aulas, son cilindros de color, con luces y texturas diversas en todos sus paramentos. Habrá pequeños tragaluces, cortinas, colchonetas, espejos, vidrios de colores, lavabos de goma y demás muebles obligatorios, que se integrarán como islas. Las puertas se han pensado partidas a 1,15 para poderlas abrie por la parte superior, para la vigilancia y ventilación.
La burbuja central que comparten dos aulas, es una gran lámpara de policarbonato. Este punto es el del cambiador, biberonería, aseos, etc. que intersectado por las aulas funciona como “cabina” de control.
El patio de juegos se plantea como un paisaje artificial de texturas con un vallado textil que recoge las sombras de los niños y de los árboles cercanos. Su condición intermitente, dulcifica el cierre blanco, permeable y horizontal solucionando el desnivel con un balcón al horizonte Este de Arganda. Esta piel es el recinto, frágil y seriado, posado en la trama regular, vela la presencia urbana y filtra con suficiente permeabilidad los volúmenes de esta guardería.