- Área: 1500 m²
- Año: 2011
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Fotografías:Sergio Gómez, Plan:b + Ctrl G, Federico Mesa, Alfonso Posada
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Proveedores: Corona, Argos, Caja de Colores, Mosaicos Bien, Quasar
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Nos enfrentamos a construir un fragmento de ciudad en la ladera oeste del valle de Aburrá. Para ello contamos con una parcela dibujada con rigor geométricamente en medio de una montaña que, parece, albergará un plan parcial. ¿Cómo enfrentarse a un paisaje natural tan importante sabiendo que rápidamente habrá desaparecido?
Nos gusta trabajar con el paisaje natural y tratamos de entenderlo en su complejidad. Cuando un arquitecto tiene estos intereses, termina pareciéndose a un jardinero. Por esto, hemos considerado este encargo de proyectar un edificio para albergar un jardín infantil, más como un encargo que se le da a un jardinero y no como el que se le daría a un arquitecto.
Así pues, hemos tratado nuestra parcela como si fuera un pedazo de paisaje en el cual tenemos que recrear un pequeño jardín, compuesto por elementos diversos que se unen entre sí, donde las piezas o fichas tiene una importancia reciproca entre ellas, y en el cual se crea un lugar realmente importante gracias a la colaboración mutua de las partes por el todo.
Tomamos el programa del jardín infantil como elemento organizador de nuestro jardín. Es este, mezclado con las variantes que nos proporciona el paisaje, el que por medio de estrategias y acciones nos permite crear una disposición y relación de las partes con respecto al todo.
Para esto se hace una identificación y clasificación de las variantes a tener en cuenta: zonas funcionales, movilidad de los niños, carácter de los espacios, circulaciones, fichas de protección, fichas de recreación, adaptabilidad al terreno, etc.
Teniendo estas variantes identificadas seleccionamos las fichas que nos permitirán por medio de la yuxtaposición, rotación y la repetición construir un jardín estable que se adapte al terreno aprovechando sus pendientes y sus llanuras. Estas fichas, vegetales y minerales, de recreación y de contemplación, de aprendizaje y de ocio, fichas cóncavas para albergarse y reunirse, otras convexas para caminar; nos permiten tener gran diversidad de configuraciones para su adaptabilidad a otros paisajes similares.
Además de ser elementos de composición del paisaje, cada ficha en sí misma es un elemento didáctico y educativo. Son espacios vegetales, que configuran microclimas que tratan con el ambiente y atraen la fauna.
La ficha de los espacios protegidos o internos se construye como un monolito de concreto estructural blanco. Es un polígono de seis lados en el que sus líneas enfrentadas son paralelas, permitiendo una gran diversidad de usos al interior de la misma. Esta forma que surge de observar una flor, se configura con cierta similitud a la geometría de un pétalo; ensamblarse o desensamblarse para crear formas cerradas o abiertas. Con estas acciones los espacios tanto exteriores como interiores se van creando en simultaneidad.
Esta ficha monolítica tiene las cubiertas inclinadas abriéndose hacia el paisaje. En conjunto estas dibujan una línea ondulante que evoca las montañas y colinas de nuestra topografía. Se construye una nueva topografía blanca que contrasta con el verde y el bermejo del paisaje del valle de Aburrá, proponiendo además, una configuración de aberturas a escala de los adultos pero sobre todo a escala de los niños jugando en los volúmenes con los colores y los tamaños de ventanería.
El jardín se genera de la composición geométrica consecutiva de elementos que se repiten, este sistema conllevan a una facilidad constructiva, es decir, un vez este hecha la estructura en concreto blanco de esta piezas, la construcción del jardín infantil estará prácticamente terminada.
Comprendamos este espacio lúdico y educativo como un jardín vegetal en sí mismo, un lugar donde crecen y se cultivan las especies en paralelo al crecimiento y cuidado de los niños.