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Arquitectos: Mora Hughes Arquitectos
- Área: 900 m²
- Año: 2021
Mientras los muros perimetrales se destruyen, un nuevo trazado se dibuja en la antigua pista del ex-aeroparque de la ciudad de Mendoza. El avance del nuevo proyecto de refuncionalización impulsado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el gobierno de la ciudad busca reusar el predio vacante de 72 hectáreas para la exploración y el desarrollo de una ciudad más abierta, inclusiva y carbono neutral. Este masterplan pone el foco en estrategias que abordan la sostenibilidad ambiental y climática, la gestión eficiente de energía, agua y saneamiento, la vivienda, la movilidad y los espacios públicos accesibles, junto a la inclusión de grupos vulnerables y el desarrollo social local. El plan contempla la inserción de infraestructura, parques y espacios verdes, usos comerciales, gastronómicos, polo tecnológico y de innovación, y el desarrollo de nuevos modelos de vivienda unifamiliar y colectiva: "la vivienda del futuro".
La presentación oficial del proyecto, frente a autoridades del gobierno de Mendoza, integrantes del BID, estudiantes, y demás invitados, se llevó a cabo en el mismo predio del ex-aeroparque. En este contexto, fue convocado el reconocido arquitecto paraguayo Solano Benítez a participar en la construcción de una pérgola de acceso para la "ciudad del futuro" que siguiera el marco técnico del proyecto urbano en torno a la economía circular, buscando vincular lo artesanal y lo pre-fabricado para "pasar de una construcción tradicional basada en mecanismos que tienen altísima energía embebida, a la reutilización de materiales con menor gasto energético", según indican los arquitectos y urbanistas Felipe Vera y Matías Lince desde el BID. Partiendo de la exploración de las posibilidades constructivas del ladrillo, material utilizado por excelencia en la construcción paraguaya, la arquitectura desarrollada por Benítez es una arquitectura enfocada en promover soluciones arquitectónicas de forma eficiente y local, priorizando el uso inteligente de la materia.
En arquitectura, los desniveles internos muchas veces son consecuencia directa de las condiciones topográficas del terreno. En este caso, los espacios interiores –y sus múltiples desniveles- son el reflejo de las estrategias de diseño adoptadas para permitir que los edificios se amolden a las diferencias de altura del suelo –es común, por ejemplo, encontrar proyectos escalonados en lotes con fuertes pendientes, montes o acantilados-. Además de este primer condicionante, la incorporación de desfasajes y desniveles en los interiores también puede adquirir un carácter funcional, permitiendo segmentar los espacios de manera virtual, cortando el plano horizontal a través de medios niveles más altos o semienterrados –así, por ejemplo, un espacio que se ha rehundido o elevado 50 cm respecto a su contiguo, aparece como un sector diferenciado sin necesidad de incorporar muros u otros cerramientos-.
Lograr el mayor aprovechamiento de los espacios, reducir la pisada de las edificaciones que se construyen y diseñar una distribución óptima que pueda suplir las necesidades de sus habitantes resultan ser de los requerimientos y desafíos que afrontan, día tras día, arquitectos y arquitectas alrededor del mundo. A través de la implementación de determinados materiales, la definición de la morfología o mismo las condiciones geográficas y naturales del terreno es posible llevar a cabo diversas estrategias que permitan proyectar viviendas con el confort que sus usuarios necesitan y en la menor cantidad de metros cuadrados posible.
Durante los últimos años, las terrazas han cobrado un gran protagonismo en la vida urbana actuando como refugio, espacio de disfrute y reunión, de contemplación o bien como espacio de trabajo al aire libre. Producto de los períodos de confinamiento dados hacia el inicio de la pandemia de Covid-19, estos espacios exteriores donde poder hacer ejercicio físico, conectar con la naturaleza, estudiar o trabajar se volvieron aclamados en especial por quienes viven en las grandes urbes.