La fotografía como medio de representación de la arquitectura, presenta cualidades indiscutibles. Con ella, es posible presentar a un público distante obras localizadas en cualquier lugar del mundo, desde vistas generales a espacios interiores y detalles constructivos - ampliando el alcance y, en cierto modo, el acceso a la arquitectura.
Sin embargo, como cualquier otra forma de representación, no es infalible. En la medida en que los avances tecnológicos permiten hacer imágenes cada vez más bien definidas y los software de edición ofrecen herramientas para retocar y, a veces, alterar aspectos sustanciales del espacio construido, la fotografía, puede alterar aspectos sensoriales y táctiles de la arquitectura. No es posible - al menos no satisfactoriamente - experimentar las texturas, sonidos, temperatura y olores de los espacios a través de imágenes estáticas.