Se dice que el mundo está cada vez más desarrollado cuando en realidad está, indudablemente, más tecnológico y globalizado. Sin embargo, parece arriesgado hablar de desarrollado cuando los avances no se presentan en todos los lugares o para todos los habitantes.
En un escenario tan desigual, una selecta parte de la población global disfruta de dichos avances, mientras millones viven bajo la línea de pobreza sin las mínimas condiciones de infraestructura.
Tales contrastes a menudo pasan desapercibidos en la vida cotidiana de la ciudad. Sin embargo, se establecen en díptica relación con el plan urbano, mientras que al mismo tiempo es causa y consecuencia de profundos contrastres en el diseño de la ciudad. En Brasil, por ejemplo, las malogradas favelas y comunidades pobres contrastan con la arquitectura de edificios y viviendas de clase media alta, todos diseñados y construidos con los recursos necesarios.